jueves, 22 de julio de 2010

INFLUENCIAS ESPIRITUALES Y «EGREGORES»

RENÉ GUÉNON, INICIACIÓN Y REALIZACIÓN ESPIRITUAL
Pag. 42

Hemos quedado un poco sorprendidos al leer recientemente, en una nota cosagrada a nuestro Apercepciones sobre la Iniciación, la frase siguiente, presentada de tal manera que se podría creer que resume en cierto modo lo que hemos dicho nos mismo en ese libro: «La iniciación, ciertamente, no dispensa ni de la meditación ni del estudio, pero coloca al adepto sobre un plano particular; le pone en contacto con el egregor de una organización iniciática, emanado él mismo del egregor supremo de una iniciación universal, una y multiforme». No insistiremos sobre el empleo abusivo que se hace aquí de la palabra «adepto», aunque, después de que lo hemos denunciado expresamente explicando la verdadera significación de esta palabra, nos esté permitido extrañarnos de ello; de la iniciación propiamente dicha al adeptado, mayor o incluso menor, la vía es larga... Pero lo que importa más, es esto: como en la nota de que se trata, no se hace por lo demás la menor alusión al papel de las influencias espirituales, parece haber ahí una equivocación bastante grave, que otros pueden haber cometido igualmente, a pesar de todo el cuidado que hemos puesto en exponer las cosas tan claramente como es posible, pues decididamente, parece que frecuentemente es muy difícil hacerse comprender con exactitud. Pensamos pues que una puesta a punto no será inútil; por lo demás, estas precisiones seguirán de manera bastante natural a las que ya hemos dado, en nuestros últimos artículos, en respuesta a las diversas cuestiones que nos han sido planteadas sobre el tema del vinculamiento iniciático.

En primer lugar, debemos hacer observar que nunca hemos empleado la palabra
«egregor» para designar lo que se puede llamar propiamente una «entidad colectiva»; y la razón de ello es que, en esta acepción, éste es un término que no tiene nada de tradicional y que no representa más que una de las numerosas fantasías del moderno lenguaje ocultista. El primero que empleó esta palabra así es Eliphas Lévi, y, si nuestros recuerdos son exactos, fue también él quien, para justificar ese sentido, le dio una etimología latina inverosímil, haciéndole derivar de grex, «rebaño», mientras que esta palabra es puramente griega y jamás ha significado en realidad otra cosa que «vigilante». Por lo demás, se sabe que este término se encuentra en el Libro de Hénoch, donde designa entidades de un carácter bastante enigmático, pero que, en todo caso, parecen pertenecer al «mundo intermediario»; eso es todo lo que tienen en común con las entidades colectivas a las que se ha pretendido aplicar el mismo nombre.
En efecto, éstas son de orden esencialmente psíquico, y, por lo demás, es eso, sobre todo, lo que constituye la gravedad de la equivocación que señalamos, pues, a este respecto, la frase que hemos señalado se nos aparece en suma como un nuevo ejemplo de la confusión de lo psíquico y de lo espiritual.

De hecho, ya hemos hablado de estas entidades colectivas, y pensábamos que habíamos precisado suficientemente su papel cuando, a propósito de las organizaciones tradicionales, religiosas u otras, que pertenecen al dominio que puede decirse exotérico, en el sentido más extenso de esta palabra, para distinguirle del dominio iniciático, escribíamos esto: «Se puede considerar cada colectividad como disponiendo de una fuerza de orden sutil constituida en cierta manera por los aportes de todos sus miembros pasados y presentes, y que, por consiguiente, es tanto más considerable y susceptible de producir efectos más intensos cuanto más antigua sea la colectividad y cuanto mayor sea el número de miembros que la componen; por lo demás, es evidente que esta consideración «cuantitativa» implica esencialmente que se trata del dominio individual, más allá del cual ya no podría intervenir en modo alguno1. A propósito de esto, recordaremos que lo colectivo, en todo lo que lo constituye, tanto psíquicamente como corporalmente, no es otra cosa que una simple extensión de lo individual, y que, por consiguiente, no tiene absolutamente nada de transcendente en relación a esto, contrariamente a las influencias espirituales que son de un orden completamente diferente; para tomar los términos habituales del simbolismo geométrico, es menester, diremos, no confundir el sentido horizontal con el sentido vertical. Esto nos conduce a responder incidentemente a otra cuestión que también nos ha sido planteada, y que no carece de relación con lo que consideramos al presente: sería un error considerar como un estado supraindividual el que resultaría de la identificación tanto con una entidad psíquica colectiva, como con toda otra entidad psíquica cualquiera que sea; la participación en una tal entidad colectiva, a un grado cualquiera, puede considerarse, si se quiere, como constituyendo una suerte de «ensanchamiento» de la individualidad, pero nada más. Así pues, es únicamente para obtener algunas ventajas de orden individual como los miembros de una colectividad pueden utilizar la fuerza sutil de la que ésta dispone, conformándose a las reglas establecidas a este efecto por la colectividad de que se trate; e, incluso si, para la obtención de esas ventajas, hay además la intervención de una influencia espiritual, como ocurre concretamente en un caso tal como el de las colectividades religiosas, esta influencia espiritual, al no actuar entonces en su dominio propio que es de orden supraindividual, debe ser considerada, así como ya lo hemos dicho igualmente, como «descendiendo» al dominio individual y ejerciendo en él su acción por medio de la fuerza colectiva en la que toma su punto de apoyo. Por ello, es por lo que la oración, conscientemente o no, se dirige de la manera más inmediata a la entidad colectiva, y solo por la intermediación de ésta se dirige también a la influencia espiritual que actúa a través de ella; las condiciones puestas a su eficacia por la organización religiosa no podrían explicarse de otro modo.

El caso es completamente diferente en lo que concierne a las organizaciones iniciáticas, por eso mismo de que éstas, y solo éstas, tienen como propósito esencial ir más allá del dominio individual, y porque incluso lo que se refiere en ellas de modo más directo a un desarrollo de la individualidad no constituye en definitiva más que una etapa preliminar para llegar finalmente a rebasar las limitaciones de ésta. No hay que decir que estas organizaciones conllevan también, como todas las demás, un elemento psíquico que puede jugar un papel efectivo en ciertos respectos, por ejemplo para establecer una «defensa» frente al mundo exterior y para proteger a los miembros de una tal organización contra algunos peligros provenientes de éste, ya que es evidente que no es por medios de orden espiritual como pueden obtenerse semejantes resultados, sino solo por medios que están en cierto modo al mismo nivel que aquellos de los que puede disponer ese mundo exterior, pero eso es algo muy secundario y puramente contingente, que no tiene nada que ver con la iniciación en sí misma. Ésta es enteramente independiente de la acción de una fuerza psíquica cualquiera, puesto que consiste propia y esencialmente en la transmisión directa de una influencia espiritual, que debe producir, de una manera inmediata o diferida, efectos que dependen igualmente del orden espiritual mismo, y no ya de un orden inferior como en el caso del que hemos hablado precedentemente, de suerte que ya no es por la intermediación de un elemento psíquico como ella debe actuar aquí. Así pues, no es en tanto que una simple colectividad como es menester considerar una organización iniciática como tal, ya que no es en modo alguno ahí donde se encuentra lo que le permite desempeñar la función que es toda su razón de ser: puesto que la colectividad no es en suma más que una reunión de individuos, no puede, por sí misma, producir nada que sea de un orden supraindividual, pues lo superior no puede en ningún caso proceder de lo inferior; si el vinculamiento a una organización iniciática puede tener efectos de ese orden, es pues únicamente en tanto que la organización iniciática es depositaria de algo que es en sí mismo supraindividual y transcendente en relación a la colectividad, es decir, de una influencia espiritual cuya conservación y cuya transmisión debe asegurar sin ninguna discontinuidad. Por consiguiente, el vinculamiento iniciático no debe concebirse como el vinculamiento a un «egregor» o a una entidad psíquica colectiva, ya que en eso no hay en todo caso más que un aspecto completamente accidental, aspecto por el cual las organizaciones iniciáticas no difieren en nada de las organizaciones exotéricas; lo que constituye esencialmente la «cadena», es, repitámoslo todavía, la transmisión ininterrumpida de la influencia espiritual a través de las generaciones sucesivas1. Del mismo modo, el lazo entre las diferentes formas iniciáticas no es una simple filiación de «egregores», como podría hacerlo creer la frase que ha sido el punto de partida de estas reflexiones; resulta en realidad de la presencia, en todas esas formas, de una misma influencia espiritual, una en cuanto a su esencia y en cuanto a los fines en vista de los cuales actúa, aunque no en cuanto a las modalidades más o menos especiales según las cuales se ejerce su acción; y es así como se establece, de próximo en próximo y a grados diversos, una comunicación, efectiva o virtual según los casos, con el centro espiritual supremo.

A estas consideraciones, agregaremos otra precisión que tiene también su importancia bajo el mismo punto de vista: es que, cuando una organización iniciática se encuentra en un estado de degeneración más o menos acentuada, aunque la influencia espiritual esté siempre presente en ella, su acción está necesariamente disminuida, y entonces, por el contrario, las influencias psíquicas pueden actuar de una manera más visible y a veces casi independiente. El caso extremo a este respecto es aquel donde, habiendo dejado de existir como tal una forma iniciática y habiéndose retirado enteramente por eso mismo la influencia espiritual, subsisten únicamente las influencias psíquicas en el estado de «residuos» nocivos e incluso particularmente peligrosos, así como lo hemos explicado en otra parte2. Entiéndase bien que, mientras exista realmente la iniciación, aunque sea reducida a no poder ser ya sino puramente virtual, las cosas no podrían llegar hasta ahí; pero por eso no es menos verdad que el hecho de que las influencias psíquicas tomen una preponderancia más o menos grande en una forma iniciática constituye un signo desfavorable en cuanto al estado actual de ésta, y eso muestra así mismo cuan lejos están de la verdad los que querrían atribuir la iniciación misma a influencias de ese orden.

1Ver Apercepciones sobre la Iniciación, cap. XXIV.
1 Al decir aquí «generaciones», no tomamos esta palabra solo en su sentido exterior y en cierto
modo «material», sino que con eso entendemos hacer alusión sobre todo al carácter de «segundo nacimiento
» que es inherente a la iniciación.
2 Ver El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, XXVII.

miércoles, 21 de julio de 2010

LA MULTIPLICIDAD DE LOS ESTADOS DEL SER

Por Rene Guenon
Del Libro El Simbolismo de la Cruz:

Un ser cualquiera, ya sea el ser humano o todo otro, puede ser considerado evidentemente desde muchos puntos de vista diferentes, podemos decir incluso desde una indefinidad de puntos de vista, de importancia muy desigual, pero todos igualmente legítimos en sus dominios respectivos, a condición de que ninguno de ellos pretenda rebasar sus límites propios, ni sobre todo devenir exclusivo y desembocar en la negación de los demás. Si es verdad que ello es así, y si por consiguiente no se puede rehusar ninguno de estos puntos de vista, ni siquiera el más secundario y contingente de entre ellos, el lugar que le pertenece por el solo hecho de que responde a alguna posibilidad, no es menos evidente, por otra parte, que, desde el punto de vista metafísico, que es el único que nos interesa aquí, la consideración de un ser bajo su aspecto individual es necesariamente insuficiente, puesto que quien dice metafísico dice universal. Ninguna doctrina que se limita a la consideración de los seres individuales podría pues merecer el nombre de metafísica, cualquiera que puedan ser por lo demás su interés y su valor a otros respectos; una tal doctrina siempre puede llamarse propiamente «física», en el sentido original de esta palabra, puesto que se queda exclusivamente en el dominio de la «naturaleza», es decir, en el dominio de la manifestación, y todavía con la restricción de que no considera más que la sola manifestación formal, o incluso más especialmente uno de los estados que constituyen ésta.

Bien lejos de ser en sí mismo una unidad absoluta y completa, como lo querrían la mayoría de los filósofos occidentales, y en todo caso los modernos sin excepción, el individuo no constituye en realidad más que una unidad relativa y fragmentaria.

No es un todo cerrado y que se basta a sí mismo, un «sistema cerrado» a la manera de la «mónada» de Leibnitz; y la noción de la «substancia individual», entendida en ese sentido, a la que estos filósofos dan en general una importancia tan grande, no tiene ningún alcance propiamente metafísico: en el fondo, no es otra cosa que la noción lógica del «sujeto», y, si puede sin duda ser de un gran uso a este título, no puede transportarse legítimamente más allá de los límites de este punto de vista especial.

El individuo, considerado incluso en toda la extensión de la que es susceptible, no es un ser total, sino solo un estado particular de manifestación de un ser, estado sometido a ciertas condiciones especiales y determinadas de existencia, y que ocupa un cierto lugar en la serie indefinida de los estados del ser total. Es la presencia de la forma entre estas condiciones de existencia la que caracteriza a un estado como individual; no hay que decir, por lo demás, que esta forma no debe ser concebida necesariamente como espacial, ya que no es tal más que en el mundo corporal solo, donde el espacio es precisamente una de las condiciones que definen propiamente a éste1. Debemos recordar aquí, al menos sumariamente, la distinción fundamental del «Sí mismo» y del «yo», o de la «Personalidad» y de la «individualidad», sobre la que hemos dado ya en otra parte todas las explicaciones necesarias. El «Sí mismo», hemos dicho, es el principio transcendente y permanente del que el ser manifestado, el ser humano por ejemplo, no es más que una modificación transitoria y contingente, modificación que no podría, por otra parte, afectar de ningún modo al Principio.

Inmutable en su naturaleza propia, desarrolla sus posibilidades en todas las modalidades de realización, en multitud indefinida, que son para el ser total otros tantos estados diferentes, estados de los que cada uno tiene sus condiciones de existencia limitativas y determinantes, y de los que uno solo constituye la porción o más bien la determinación particular de este ser que es el «yo» o la individualidad humana. Por lo demás, este desarrollo no es un desarrollo, a decir verdad, más que en tanto que se le considera del lado de la manifestación, fuera de la cual todo debe ser necesariamente en perfecta simultaneidad en el «eterno presente»; y es por eso por lo que la «permanente actualidad» del «Sí mismo» no es afectada por él. El «Sí mismo» es así el principio por el que existen, cada uno en su dominio propio, que podemos llamar un grado de existencia, todos los estados del ser; y esto debe entenderse, no solo de los estados manifestados, individuales como el estado humano o supraindividuales, es decir, en otros términos, formales o informales, sino también, aunque la palabra «existir» deviene entonces impropia, de los estados no manifestados, que comprenden todas las posibilidades que, por su naturaleza misma, no son susceptibles de ninguna manifestación, al mismo tiempo que las posibilidades de manifestación mismas en modo principal; pero este «Sí mismo» no es sino por sí mismo, puesto que no tiene y no puede tener, en la unidad total e indivisible de su naturaleza íntima, ningún principio que le sea exterior.

Acabamos de decir que la palabra «existir» no puede aplicarse propiamente a lo no manifestado, es decir, en suma al estado principial; en efecto, tomada en su sentido estrictamente etimológico (del latín ex-stare), esta palabra indica al ser dependiente respecto de un principio otro que sí mismo, o, en otros términos, al que no tiene en sí mismo su razón suficiente, es decir, al ser contingente, que es la misma cosa que el ser manifestado1. Cuando hablemos de la Existencia, entenderemos pues la manifestación universal, con todos los estados o grados que conlleva, grados de los cuales cada uno puede ser designado igualmente como un «mundo», y que son en multiplicidad indefinida; pero este término no convendría ya al grado del Ser puro, principio de toda la manifestación y él mismo no manifestado, ni con mayor razón, a lo que está más allá del Ser mismo.

Podemos establecer en principio, antes de todas las cosas, que la Existencia, considerada universalmente según la definición que acabamos de dar de ella, es única en su naturaleza íntima, como el Ser es uno en sí mismo, y lo es en razón precisamente de esta unidad, puesto que la Existencia universal no es nada más que la manifestación integral del Ser, o, para hablar más exactamente, la realización, en modo manifestado, de todas las posibilidades que el Ser conlleva y contiene principalmente en su unidad misma. Por otra parte, de la misma manera que la unidad del Ser sobre la cual se funda, esta «unicidad» de la Existencia, si se nos permite usar aquí un término que puede parecer un neologismo2, no excluye tampoco la multiplicidad de los modos de la manifestación o no es afectada por ellos, puesto que comprende igualmente todos estos modos por eso mismo de que son igualmente posibles, implicando esta posibilidad que cada uno de ellos debe realizarse según las condiciones que le son propias. Resulta de ello que la Existencia, en su «unicidad», conlleva, como ya lo hemos indicado hace un momento, una indefinidad de grados, que corresponden a todos los modos de la manifestación universal; y esta multiplicidad indefinida de los grados de la Existencia implica correlativamente, para un ser cualquiera considerado en su totalidad, una multiplicidad igualmente indefinida de estados posibles, de los cuales cada uno debe realizarse en un grado determinado de la Existencia.

Esta multiplicidad de los estados del ser, que es una verdad metafísica fundamental, es verdadera ya cuando nos limitamos a considerar los estados de manifestación, como acabamos de hacerlo aquí, y como debemos hacerlo desde que se trata solo de
la Existencia; por consiguiente, es verdadera a fortiori si se consideran a la vez los estados de manifestación y los estados de no manifestación, cuyo conjunto constituye el ser total, considerado entonces, ya no solo en el dominio de la Existencia, incluso tomada en toda la integralidad de su extensión, sino en el dominio ilimitado de la Posibilidad Universal. Debe comprenderse bien, en efecto, que la Existencia no encierra más que las posibilidades de manifestación, y todavía con la restricción de que estas posibilidades no son concebidas entonces sino en tanto que se manifiestan efectivamente, puesto que, en tanto que no se manifiestan, es decir, principalmente, están en el grado del Ser. Por consiguiente, la Existencia está lejos de ser toda la Posibilidad, concebida como verdaderamente universal y total, fuera y más allá de todas las limitaciones, comprendida incluso esta primera limitación que constituye la determinación más primordial de todas, queremos decir, la afirmación del Ser puro.

Cuando se trata de los estados de no manifestación de un ser, es menester todavía
hacer una distinción entre el grado del Ser y lo que está más allá; en este último caso, es evidente que el término «ser» mismo ya no puede aplicarse rigurosamente en su sentido propio; pero, sin embargo, en razón de la constitución misma del lenguaje, estamos obligados a conservarle a falta de otro más adecuado, no atribuyéndole ya entonces más que un valor puramente analógico y simbólico, sin lo cual nos resultaría enteramente imposible hablar de una manera cualquiera de lo que se trata. Es así como podremos continuar hablando del ser total como estando al mismo tiempo manifestado en algunos de sus estados y no manifestado en otros, sin que eso implique de ningún modo que, para estos últimos, debamos detenernos en la consideración de lo que corresponde al grado que es propiamente el del Ser.

Los estados de no manifestación son esencialmente supraindividuales, y, del mismo modo que el «Sí mismo» principial del que no pueden ser separados, tampoco podrían de ninguna manera ser individualizados; en cuanto a los estados de manifestación, algunos son individuales, mientras que otros son no individuales, diferencia que corresponde, según lo que hemos indicado, a la distinción de la manifestación formal y de la manifestación informal. Si consideramos en particular el caso del hombre, su individualidad actual, que constituye hablando propiamente el estad humano, no es más que un estado de manifestación entre una indefinidad de otros, que deben ser concebidos todos como igualmente posibles y, por ello mismo, como existiendo al menos virtualmente, si no como efectivamente realizados para el ser que consideramos, bajo un aspecto relativo y parcial, en este estado individual humano.

martes, 20 de julio de 2010

"DE LA MUERTE INICIATICA"

Por RENE GUENON

Otra cuestión que parece tan poco comprendida como la de las pruebas por la mayor parte de aquellos de nuestros contemporáneos que tienen la pretensión de tratar de estas cosas es la que se ha llamado la "muerte iniciática"; así, nos ha ocurrido frecuentemente encontrar, a propósito de ello, una expresión como la de "muerte ficticia", la cual testimonia la más completa incomprensión de las realidades de este orden. Quienes así se expresan no ven evidentemente sino la exterioridad del rito, y no tienen ni idea acerca de los efectos que debe producir sobre quienes están realmente cualificados; de otro modo, se percatarían de que esta "muerte", lejos de ser "ficticia", es por el contrario, en un sentido, incluso más real que la muerte entendida en el sentido ordinario de la palabra, pues es evidente que el profano que muere no se transforma en iniciado por ello, y la distinción entre el orden profano (comprendiendo aquí no solamente lo que está desprovisto de carácter tradicional, sino también todo exoterismo) y el orden iniciático es, a decir verdad, la única que supera las contingencias inherentes a los estados particulares del ser y que posee, en consecuencia, un valor profundo y permanente desde el punto de vista universal. Nos contentaremos con recordar, a este respecto, que todas las tradiciones insisten sobre la diferencia esencial que existe entre los estados póstumos del ser humano según se trate de un profano o de un iniciado; si las consecuencias de la muerte, tomada en su acepción habitual, están así condicionadas por esta distinción, significa entonces que la transformación n que da acceso al orden iniciático corresponde a un grado superior de realidad.

Está claro que la palabra "muerte" debe ser tomada aquí en su sentido más general, según el cual podemos decir que todo cambio de estado, sea cual sea, es a la vez una muerte y un nacimiento, según se lo considere de una parte o de otra: muerte con respecto al estado precedente, nacimiento con respecto al estado consecuente. La iniciación es generalmente descrita como un "segundo nacimiento", lo que en efecto es; pero este "segundo nacimiento" implica necesariamente la muerte al mundo profano y lo sigue en cierto modo inmediatamente, puesto que no hay aquí, propiamente hablando, sino dos caras de un mismo cambio de estado. En cuanto al simbolismo del rito, estará naturalmente basado en la analogía existente entre todos los cambios de estado; en razón de esta analogía, la muerte y el nacimiento en sentido ordinario simbolizan la muerte y el nacimiento iniciáticos, siendo las imágenes que les son prestadas transpuestas por el rito a otro orden de realidad. Cabría indicar especialmente, a este respecto, que todo cambio de estado debe ser considerado como cumpliéndose en las tinieblas, lo que explica el simbolismo del color negro en relación a esto (1): el candidato a la iniciación debe pasar por la oscuridad completa antes de acceder a la "verdadera luz". Es en esta fase de oscuridad donde se efectúa lo que es denominado el "descenso a los Infiernos", del cual hemos hablado más ampliamente en otro estudio (2): es, podría decirse, como una especie de "recapitulación" de los estados precedentes, mediante el cual las posibilidades referidas al estado profano serán definitivamente agotadas, a fin de que el ser pueda desde entonces desarrollar libremente las posibilidades de orden superior que lleva en él, y cuya realización pertenece propiamente al dominio iniciático.
Por otra parte, puesto que consideraciones similares son aplicables a todo cambio de estado, y los grados posteriores y sucesivos de la iniciación corresponden naturalmente también a cambios de estado, puede decirse que aún habrá, mediante el acceso a cada uno de ellos, muerte y nacimiento, aunque el "corte", si se nos permite la expresión, será menos claro y de importancia menos fundamental que en la primera iniciación, es decir, en el paso del orden profano al orden iniciático. Además, es evidente que los cambios sufridos por el ser en el curso de su desarrollo son realmente en multitud indefinida; los grados iniciáticos conferidos ritualmente, en cualquier forma tradicional, no pueden entonces corresponder sino a una especie de clasificación general de las principales etapas a cubrir, y cada uno de ellos puede resumir en sí mismo todo un conjunto de etapas secundarias e intermedias. Pero hay, en este proceso, un punto particularmente importante, donde el simbolismo de la muerte debe aparecer de nuevo en la forma más explícita; y esto requiere aún algunas explicaciones.
El "segundo nacimiento", entendido como correspondiendo a la primera iniciación, es propiamente, como ya hemos dicho, lo que puede llamarse una regeneración psíquica; y es en efecto en el orden psíquico, es decir, en el orden en que se sitúan las modalidades sutiles del ser humano, donde deben efectuarse las primeras fases del desarrollo iniciático; pero éstas no constituyen un fin en sí mismas, y no son aún sino preparatorias con relación a la realización de las posibilidades de un orden más elevado, es decir, del orden espiritual en el verdadero sentido de la palabra. El punto del proceso iniciático al cual hemos aludido es aquel que indicará el paso del orden psíquico al orden espiritual; y este paso podrá ser considerado especialmente como constituyendo una "segunda muerte" y un "tercer nacimiento"(3). Es conveniente añadir que este "tercer nacimiento" será presentado más bien como una "resurrección" que como un nacimiento ordinario, pues no se trata aquí de un "comienzo" en el mismo sentido que en la primera iniciación; las posibilidades ya desarrolladas, y adquiridas de una vez por todas, deberán volver a encontrarse tras este paso, pero "transformadas" , de forma análoga a aquella en la cual el "cuerpo glorioso" o "cuerpo de resurrección" representa la "transformación" de las posibilidades humanas, más allá de las condiciones limitativas que definen al modo de existencia de la individualidad como tal.

La cuestión, reducida así a lo esencial, es en suma muy simple; lo que la complica son, como casi siempre ocurre, las confusiones que se cometen al mezclar consideraciones que en realidad se refieren a algo distinto. Es lo que se produce normalmente con el tema de la "segunda muerte", a la cual muchos pretenden unir un significado particularmente lamentable, ya que no saben hacer ciertas distinciones esenciales entre los diversos casos donde puede ser empleada esta expresión. La
"segunda muerte", después de lo que acabamos de decir, no es sino la "muerte psíquica"; se puede considerar este hecho como susceptible de producirse, en un plano más o menos largo tras la muerte corporal, en el hombre ordinario, fuera de todo proceso iniciático; pero entonces esta "segunda muerte" no dará acceso al dominio espiritual, y el ser, saliendo del estado humano, pasará simplemente a otro estado individual de manifestación. Hay aquí una eventualidad temible para el profano, que tendrá todas las ventajas en ser mantenido en lo que hemos denominado las
"prolongaciones" del estado humano, lo que por otra parte es en todas las tradiciones la principal razón de ser de los ritos funerarios. Pero ocurre de modo muy distinto para el iniciado, puesto que no realizó las posibilidades del estado humano sino para llegar a superarlas, y debe necesariamente salir de este estado, sin tener necesidad por otra parte para ello de llegar a la disolución de la apariencia corporal para pasar a los estados superiores.
Añadamos todavía, para no omitir ninguna posibilidad, que hay otro aspecto desfavorable en la "segunda muerte", que se refiere propiamente a la "contra iniciación"; ésta, en efecto, imita en sus fases a la verdadera iniciación, pero sus resultados son en cierto modo contrarios a ella, y, evidentemente, no puede conducir en ningún caso al dominio espiritual, puesto que no hace por el contrario sino alejar de él al ser cada vez más. Cuando el individuo que sigue esta vía llega a la "muerte psíquica" se encuentra en una situación no exactamente semejante a la del profano puro y simple, sino mucho peor, en razón del desarrollo que ha dado a las posibilidades más inferiores del orden sutil; pero no insistiremos sobre ello, y nos conformaremos con remitir a las alusiones que ya hicimos en otras ocasiones (4), pues, a decir verdad, éste es un caso que no puede presentar interés sino desde un punto de vista muy especial, y, de todas formas, no tiene absolutamente nada que ver con la verdadera iniciación. La suerte de los "magos negros", como se dice comúnmente, no les concierne sino a ellos mismos, y sería como mínimo inútil suministrar alimento a las divagaciones más o menos fantásticas a las cuales este tema da lugar a menudo; no conviene ocuparse de éstos sino para denunciar sus daños cuando las circunstancias lo exigen, y para oponerse a ellos en la medida de lo posible; y, desgraciadamente, en una época como la nuestra, estos daños están singularmente más extendidos de lo que podrían imaginar quienes no han tenido ocasión de darse cuenta de ello directamente.

NOTAS:
(1). Esta explicación conviene igualmente a lo referente a las fases de la "Gran Obra" hermética, que, como ya hemos indicado, corresponden estrictamente a las de la iniciación.
(2). Ver L'Esotérisme de Dante.
(3). En el simbolismo masónico, esto corresponde a la iniciación al grado de Maestro.
Publicado originalmente en "Voile d´Isis", marzo de 1934 y retomado como capítulo XXVI de Apreciaciones sobre la Iniciación,
París, 1946
Traducción del francés: Q:.H:. Joaquín Jiménez M:.M:.

¿QUÉ ES EL RITO ESCOCÉS ANTIGUO Y ACEPTADO?


¿QUÉ ES EL RITO ESCOCÉS ANTIGUO Y ACEPTADO?

Me permitiré recordar que de los datos existentes se desprende que al finalizar la primera cruzada, en el año de 1099, se establecieron en Francia, Prusia y Escocia los grados sublimes e inefables del Rito Escocés, los cuales por circunstancias desconocidas permanecieron abandonadas desde 1658, hasta 1758, en cuyo tiempo se reorganizaron en París y Burdeos las Logias de Perfección. En 1761, las Logias y Consejos de Grados Superiores se extendieron por toda Europa y Federico II, Rey de Prusia, aceptó el patronato de las mismas, el cual le fue ofrecido por la Comisión de Estocolmo, bajo el Título de Primer Soberano Gran Inspector General e Ilustre Comendador en Jefe de la Orden de Sublimes y Valientes Príncipes del Real Secreto, y fue reconocido como Jefe del Rito Escocés. 

En el año de 1762, se promulgaron las Constituciones y Reglamentos del Gran Consejo de los Sublimes Príncipes del Real Secreto, para el Gobierno de todos los cuerpos del Rito Antiguo Escocés, rito que se formaba de 25 Grados, siendo el más alto de ellos, el de Sublime Príncipe del Real Secreto. El 1º de Mayo de 1786, Federico II, Rey de Prusia, Soberano Gran Comendador, Gran Maestro Universal y Conservador de la Antiquísima y muy respetable sociedad de antiguos Masones o Arquitectos Unidos o sea Orden Real y Militar del Arte libre del labrar la piedra, o Masonería, con el fin de asegurar y reunir en un solo cuerpo de masonería todos los ritos del Régimen Escocés existentes, tales como: Rito Antiguo; Rito de Heredom; Rito del Oriente del Kilwining; Rito de San Andrés; Rito de los Emperadores de Oriente y Occidente; Rito de los Príncipes del Real Secreto o de Perfección; Rito Escocés y Rito primitivo, promulgó las grandes constituciones de 1786, y declaro para siempre reunidos en una sola orden, las puras Doctrinas de la Masonería del Rito Escocés Antiguo y aceptado de 33 Grados; El primer grado sometido al segundo, éste al tercero y así sucesivamente hasta el 33, de Soberano Gran Inspector General, el cual inspeccionará, dirigirá y gobernará todos los otros. 

El cuerpo o reunión de miembros poseedores de este grado formarán el Supremo Consejo, quien será el conservador de la Orden. Asimismo Federico II, dispuso que después de su muerte, el poder supremo que hasta entonces le había sido conferido, se transmitiera en cada País o Nación donde no los hubiera, a un Supremo Consejo. El 17 de Agosto de 1786, murió Federico II, y de conformidad con lo que dispuso en las Grandes Constituciones, los hermanos Juan Mirchell y Federico Dalchó instalaron en Charleston el 31 de Mayo de 1801 el Primer Supremo Consejo de Soberanos Grandes Inspectores Generales del Trigésimo Tercero Y Ultimo del Rito Escocés Antiguo y Aceptado; a la fecha, este Supremo Consejo se denomina de la jurisdicción Sur de los Estados Unidos de América y tiene su residencia en Washington, D.C. 

 ¿Cómo trabaja? 

El Rito Escocés Antiguo y Aceptado (R.E.A.A.) es un Rito donde se combinan los elementos simbólicos más tradicionales con una dinámica de funcionamiento ciertamente expresiva que permite desarrollar junto a un profundo sentido de fraternidad, un agudo sentido del análisis racional que invita a enfocar la vida con criterios donde lo espiritual y lo racional se complementan extraordinariamente. En las Logias que utilizan el R.E.A.A. se representan simbólicamente las Leyes que rigen el universo y sus trabajos se realizan fundamentalmente en dos líneas que se complementan como los brazos de un mismo cuerpo. En primer lugar, la práctica del Ritual, permite, en sus grados de Aprendiz, Compañero y Maestro, a través de una serie de dramatizaciones ritualísticas de antiquísima simbología, tener una mayor conciencia de las Leyes y preceptos de la naturaleza y del universo de la que descubriría nuestra simple pero atenta observación. 

Así, el ritual está estructurado y codificado de tal manera que conforma un hilo conductor, el cual no sólo puede transmitir un claro y sencillo mensaje general, sino que puede activar mecanismos subconscientes e inconscientes que generan un elevado sentido de la trascendencia y de Dios o Gran Arquitecto del Universo. Así pues, en este Rito tiene una importancia capital no sólo la práctica del Ritual sino también su asimilación espiritual, psicológica y conceptual. 

En segundo lugar, dentro de los trabajos de la Logia se pone igualmente énfasis en los Trabajos Masónicos de tipo intelectual. Los Trabajos son presentados por escrito y, una vez leídos en la Tenida, son tratados de forma oral y coloquial entre los hermanos. De esta forma se consigue, a través de las diferentes apreciaciones u opiniones aportadas, una percepción profunda del tema tratado, con el consiguiente enriquecimiento y formación masónica que invariablemente dará sus frutos en cualquier ámbito o situación. Siguiendo con el espíritu eminentemente dinámico de las Logias de R.E.A.A. habitualmente forma parte importante, el correspondiente ágape fraternal o cena realizada fuera de las Logias, donde se desarrolla, si cabe en mayor medida, el profundo sentido de la Fraternidad que existe entre todos los Hermanos. 

¿Cuáles son los grados del R:.E:.A:.A:.? 

Los tres primeros grados, comunes a todos los ritos, se denominan simbólicos, y son administrados con plena soberanía por las Grandes Logias; sin embargo los grados 4º al 33º, ambos inclusive, son administrados por los Supremos Consejos. 

Estos son los grados que se pueden obtener en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado. Nuestra Gran Logia de la Republica de Venezuela, solamente otorga los tres primeros grados del Rito, pero ofrece la oportunidad de continuar el perfeccionamiento del Maestro Masón canalizándolo a una Sublime Logia Capitular de Perfección jurisdiccionada al Supremo Consejo de la Republica Venezuela. 

MASONERÍA SIMBÓLICA. 

01. Aprendiz 
02. Compañero 
03. Maestro 

MASONERÍA FILOSÓFICA

Capítulo 

04. Maestro Secreto 
05. Maestro Perfecto 
06. Maestro por Curiosidad o Secretario Íntimo 
07. Maestro Irlandés o Preboste y Juez 
08. Maestro en Israel o Intendente de Edificios 
09. Maestro Elegido de los Nueve o Perfecto Masón Electo 
10. Maestro Elegido de los Quince 
11. Sublime Elegido o Electo de las Doce Tribus 
12. Gran Maestro Arquitecto1
13. Real Arco 
14. Gran Elegido, Perfecto y Sublime Masón 
15. Masón Libre, Consejero de Oriente o de la Espada 
16. Príncipe de Jerusalém 
17. Masón de Oriente y Occidente 
18. Excelente y Perfecto Caballero Soberano Príncipe Rosacruz 

Consejo

19. Gran Pontífice 
20. Orador o Tribuno 
21. Caballero Noaquita 
22. Caballero Real Hacha o Príncipe del Líbano
23. Jefe del Tabernáculo 24. Príncipe del Tabernáculo 
25. Caballero de la Serpiente de Bronce 26. Príncipe de la Merced 
27. Gran Comendador del Templo 28. Caballero del Sol 
29. Gran Escocés de San Andrés 
30. Caballero Kadosch 

Administrativos

31. Gran Inspector, Inquisidor, Comendador 
32. Sublime Príncipe del Real Secreto 
33. Soberano Gran Inspector General de la Orden 

 

lunes, 22 de febrero de 2010

“El Egregor de una Logia”

Egregor" [Del griego Egregoroi] significa velar. Egrégora también proviene del mismo término y designa la fuerza generada por la sumatoria de las energías físicas, emocionales y mentales de dos o más personas cuando se reúnen con cualquier finalidad.

La energía existe y se manifiesta en nuestros trabajos y forma parte integral del ritual, por tal motivo el silencio y en logia debe ser acatado con firmeza, seriedad y disciplina para su correcta interacción con los elementos que contiene el ritual de cada grado.

Algunos autores se refieren al egregor como un cuerpo místico que se forma con sus propias particularidades, después de la apertura del libro sagrado cuando todos se unen con las mentes para crear.(Rizardo da Camino, Diccionario Masonico. Tomado de la Revista Hiram Abif No. 117 pagina 13)

La tenida masónica es un manantial rico de enseñanza y aprendizaje debidamente codificado en la forma que le da el rito para que en justa medida que nuestras energías estén integradas con este, puedan fluir de forma natural que las enseñanzas se plasman solas y brinda ayuda y orientación en momento de dudas, así cuando un hermano realiza su honesto aporte masónico puede generar una vibración poderosa que se propagará libremente por el silencio de algún alma opacada estimulando su reflexión. Imaginemos a la totalidad de hermanos trabajando con similar disposición y será fácil augurar un futuro provechoso para ése templo.

La tenida masónica debe llevarse a cabo, tanto en desarrollo del Ritual como en las intervenciones personales generadas de los debates propios de nuestros trabajos, en la más absoluta armonía, orden y respeto, dejando las vanidades, rencores, celos y envida evitando murmuraciones y gestos que interrumpan la concentración de quienes están integrados con el ritual, porque si bien es cierto que las leyes espirituales existen y operan, en la logia la tenida magnifica las energías que se trabajan en ella y el deber ser del templo es el desarrollo del iniciado así que las energías deben estar orientadas al aspecto creador, conociendo y utilizando la máxima hermética: “Todo es dual; todo tiene polos, todo su par de opuestos; los opuestos son idénticos en naturaleza, difiriendo solo en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son semi verdades, todas las paradojas pueden reconciliarse”.

El manejo de las energías en el templo es de suma importancia, hablando sin ambigüedades el uso equivocado de esas energías por acción u omisión es una profanación que daña el egregor profundamente.

Un aspecto de suma importancia que va de la mano con la frecuencia mental de correcta vibración en los trabajos es la limpieza y el orden del templo ya que esto influye en la armonía y la correcta circulación de energía alimento sin discusión de un buen egregor para nuestra logia.

La logia es un microcosmos y nosotros que auspiciamos nuestros trabajos a la gloria del gran arquitecto del universo, tenemos que crear a su imagen y semejanza con amor, fraternidad, igualdad y justicia, para que la energía sea la mas pura, es una gran responsabilidad, y un compromiso ante nuestro trabajo interno, ante el trabajo de nuestros hermanos y ante nuestro templo físico e interno.

Para concluir, no basta mirar con el simbolismo que la logia es nuestra madre, tenemos con acciones que amarla y cuidar el alma que en ella mora que es el egregor.


Johser González
M:.M:.

jueves, 3 de diciembre de 2009

El Arbol de la Vida


El árbol de la vida

Manuel Núñez Nava

En la milenaria tradición cabalística, el Árbol de la Vida es un símbolo, una enseñanza, una imagen del mundo, una transformación espiritual, una comprensión de todo lo viviente. Pero no es la imagen que se ve, sino el orden que brota de ella. Los colores no son las fronteras de sus mundos, sino la luz de la que provienen y a la que aspiran. Sus caminos no suben ni bajan, no unen ni separan, no están arriba ni abajo, pero sin recorrerlos nadie llegará a sí mismo para entender en un instante la luz de la unidad de todo lo que Es, y que ahí desciende y asciende sin parar.
Carlos Montemayor

Los orígenes de la Cabalá se remontan en el tiempo más allá de los Rollos del Mar Muerto. Por sus complejas profundidades y su rica historia, su cuerpo de escrituras y creencias ha llegado a ser cada vez más reconocido, no sólo como uno de los aspectos más enigmáticos del judaísmo, sino también como parte importante de una tradición mística más amplia. Siglos de esfuerzo tomó a los cabalistas descubrir los secretos de Dios, del hombre y del universo a través de los símbolos del mundo físico y los misterios del lenguaje; investigación monumental que tiene como escenario la vida judía en España, Polonia, Alemania y el resto de Europa.

Las enseñanzas esotéricas del misticismo judío se designan con el término hlbq (cabalá)1 -"tradición" o "recepción"- del verbo hebreo lbq (kibel), "recibir"2 , especialmente las formas que asumieron en la Edad Media. En su sentido más amplio, "cabalá" significa todos los sucesivos movimientos esotéricos que se desarrollaron en el judaísmo a finales del periodo del Segundo Templo y se convirtieron en factores activos en la historia judía.3

El término ha sido empleado en la literatura talmúdica, por un lado, para subrayar el fundamento de ciertas interpretaciones tradicionales de la Escritura y de ciertas costumbres religiosas; y, por otro, para testimoniar la continuidad espiritual de la historia judía. La elección de este término indica claramente el carácter legalista e histórico de la mística judía.4

Según Scholem, la Cabalá es un fenómeno único, y no se le debe considerar como idéntico a lo que se conoce como "misticismo" en la historia de la religión. De hecho, se trata de un misticismo, pero al mismo tiempo es esoterismo y teosofía. ¿En qué sentido se le puede llamar misticismo? Ello depende de la definición del término, un asunto de controversia entre eruditos. Si el término se limita al profundo anhelo de comunicación humana directa con Dios a través de la aniquilación de la individualidad, entonces solamente unas cuantas manifestaciones de la Cabalá pueden ser designadas como tales, pues pocos cabalistas buscaron esta meta, y mucho menos la formularon abiertamente como su objetivo final. No obstante, se puede considerar que la Cabalá es un misticismo en tanto que busca una comprensión de Dios y la creación, cuyos elementos intrínsecos están más allá del alcance del intelecto, aunque los cabalistas rara vez subestiman o rechazan esto de manera explícita. Esencialmente, estos elementos fueron percibidos a través de la contemplación y la iluminación, que a menudo se presentan en la Cabalá como la transmisión de una revelación primordial relacionada con la naturaleza de la Torá y otros asuntos religiosos. Sin embargo, la Cabalá está muy lejos del enfoque racional e intelectual de la religión. Este fue el caso incluso entre aquellos cabalistas que pensaron que básicamente la religión estaba sujeta a la indagación racional, o que, al menos, había algún acuerdo entre el sendero de la percepción intelectual y el desarrollo de la aproximación mística al tema de la creación. Para algunos cabalistas el intelecto en sí mismo se convirtió en un fenómeno místico. Así encontramos en la Cabalá un énfasis paradójico en la congruencia entre intuición y tradición. Es este énfasis, junto con la asociación histórica que sugiere de suyo el término "cabalá" (algo que ha sido transmitido por tradición), lo que indica las diferencias básicas entre la Cabalá y otras clases de misticismo religioso que se identifican menos estrechamente con la historia de un pueblo. No obstante, hay elementos comunes a la Cabalá y al misticismo griego y cristiano, e incluso vínculos históricos entre ellos.

Como otras clases de misticismo, la Cabalá también se ocupa de la percepción del místico tanto de la trascendencia de Dios como de su inmanencia en la vida verdaderamente religiosa, cada una de cuyas facetas es una revelación de Dios, aunque a éste el ser humano lo percibe más claramente a través de la introspección. Esta experiencia dual y aparentemente contradictroria del auto-ocultamiento y la auto-revelación de Dios determina la esfera esencial del misticismo, y al mismo tiempo obstruye otras concepciones religiosas. El segundo elemento en la Cabalá es la teosofía, que busca revelar los misterios de la vida oculta de Dios y las relaciones entre la vida divina, por una parte, y la vida del hombre y la creación por la otra.

Especulaciones de este tipo ocupan un área extensa y conspicua en la enseñanza cabalística. Algunas veces su conexión con el plano místico se vuelve más bien tenue y es reemplazada por una vena interpretativa y homilética que ocasionalmente resulta incluso en una clase de casuística cabalística.

La mística no judía -tanto oriental como occidental- aspira a superar el plano de la acción, a "perderse" en las esferas contemplativas; se sitúa fuera del tiempo histórico.

La Cabalá va más allá, por supuesto, del ámbito material y temporal de la historia, pero no por ello deja de identificarse con ésta, y sobre todo con la del pueblo hebreo. La historia judía tiene orígenes metafísicos y se centra en la práctica religiosa. Esta práctica, individual en principio, adquiere un carácter social.

El pensamiento de la Cabalá es algo más que un sistema filosófico. Su práctica no proporciona el sentimiento de la unión total con la divinidad ni se limita a la realización de un cierto número de ritos. Es una mística en virtud de su búsqueda de lo absoluto y de su persecución del contacto divino; pero, más allá de eso, es una manifestación creadora del espíritu judío.5

Alexandre Safran afirma que en la Cabalá hay una revelación primordial que cada generación, cada ser humano, debe renovar. Esta empresa -que de suyo involucra a la divinidad- adquiere dimensiones cósmicas, pues su realización determina la relación de Dios con el mundo y con el hombre. La Cabalá rebasa los límites de una mística religiosa y es infinitamente más amplia que una tradición esotérica. Tanto en Oriente como en Occidente, el místico es un hombre liberado. Así lo presentan, por un lado, Karl Jaspers, que ve en Plotino al "mayor filósofo místico de Occidente"6 y, por otro, Roger Godel, ferviente admirador del jivan mukta (emancipado en vida) oriental.7El místico no judío aspira a su liberación, a su salvación, y la consigue. Por el contrario, el cabalista nunca llegará a la "aniquilación" total y definitiva, porque siempre permanece atado a la cadena divina. Aunque se "aniquile" por un instante, las oscilaciones de esta cadena le devuelven a sí mismo, le llaman a su orden terrestre.

Ciertamente, la Cabalá pertenece al universo místico. Sin embargo, no se reduce a una ciencia mística especulativa ni a una técnica mística. El misticismo es "un método cuya finalidad es la comprensión experimental de lo divino".8 Pero el cabalista -el hombre "tradicional"- no trata de alcanzar lo divino: se conforma con aproximarse a Dios. No se pierde en Él, sino que acepta el yugo que Él le impone. Y el peso de ese yugo le da una sensación de delicia. El sometimiento se convierte en júbilo. Ese yugo es el mismo para todos, pero su peso se adapta a las fuerzas del ser humano que lo lleva. La revelación es la misma para todos, pero cada quien la interpreta a su modo, según sus capacidades intelectuales y espirituales. Es decir, la Ley es rigurosa, formal y general; pero los preceptos tienen un alcance individual, una resonancia personal.

El cabalista no realiza la experiencia de Dios, no se embriaga con su Substancia, que envuelve y desconcierta al místico. La salvación que espera no debe desligarle de su condición humana, sino que habrá de permitirle su plena consumación.

La cadena de la Cabalá no se halla al margen de la naturaleza; muy por el contrario, representa la naturaleza espiritualizada y el espíritu concretizado. Dios penetra la realidad inferior, se realiza. Por su parte, el ser humano puede contemplarse en el "espejo" celeste sin necesidad de abandonar la tierra. La realidad divina y la realidad humana son interdependientes. En la medida en que el hombre lo acepta, Dios es la realidad de este mundo.

Sin embargo, Dios no ha suprimido la distancia que lo separa del hombre. Es verdad que éste puede trepar por la escala que conduce hasta los cielos, pero necesariamente habrá de descender de nuevo a la Tierra. El cabalista no se une a Dios, no realiza aquello que los místicos no judíos llaman unio mystica, perdiéndose en el Absoluto. El cabalista aspira a realizar su condición activa de "hombre de Dios" mediante la devekút, el "encadenamiento". El cabalista se encadena a su creador, establece una relación activa con Él; no se abisma en Él para despersonalizarse. Así, la devekút no es un método, ni una técnica, sino un modo de vida.

En la perspectiva bíblica, la devekút, esta relación entre Dios y el hombre, es eminentemente dinámica, pero no desordenada. Así la presenta toda la literatura religiosa de Israel: el Talmúd, El Zóhar y la filosofía racionalista, y también todo el pensamiento místico. La devekút se anuda en el amor del hombre por Dios; y ese amor se hace total en virtud de la aplicación de la ley divina; es profundo sin ser exuberante. La devekút, modo de vida, condición vital, se transforma en un acto de vida, en el proceso de su realización.

La finalidad suprema de todo místico que cree en un dios personal es el amor total a ese dios. Dios es amor y es objeto de amor,9 en una apología de la religión del místico. Pero el amor de Dios marca el desembocar de toda creencia religiosa en un dios personal y, en definitiva, toda religión tiene un fundamento místico incuestionable, porque presupone la fe en el Absoluto y, además, una relación entre el hombre y la divinidad.

Pero si el amor puramente "místico", unitivo, suprime toda autonomía de la persona humana, el amor "religioso", en cambio, no hace sino establecer una relación con Dios. En la Cabalá, el amor de Dios no es ni verdaderamente místico, ni simplemente religioso. Se presenta sumergido en un resplandor místico, se funda en una reciprocidad, pero adquiere el sentido de un amor inteligente. Tanto en el primero como en el segundo tipo de relación hay dos personalidades que actúan una en la otra, dos personalidades que se influencian mutuamente, sin que cada una de ellas abandone -sin embargo- su propia estructura ni renuncie a su autonomía. Pero cada uno de los dos partícipes debe comprender al otro. Yadoa, conocer, indica una comprensión seguida de una voluntad activa, es decir, de una devekút.

Esta unión creadora implica igualmente un acto de voluntad: el hombre debe plegarse a la voluntad de Dios. Por su parte, Dios respeta la voluntad de su criatura. Ésta, sin embargo, no debe abandonarse al "nada desear", no debe seguir la concepción mística para aniquilarse, perderse y transformarse en el objeto amado.10 Muy al contrario, la voluntad humana se reafirma al confundirse con la de Dios. Es decir, la devekút se manifiesta en la acción humana.

El cabalista no practica únicamente un misticismo interior. Se dedica al estudio y penetra en los secretos de la Enseñanza, no para quedarse ahí sino para salir renovado. Es el hombre del deber, no del sentimiento; se orienta hacia la acción. Ocuparse del estudio significa instrucción y aplicación. La erudición sólo se justifica por la acción que de ella se deriva.11El cabalista no hace suyo el ideal de "no conocimiento" que los otros místicos -e incluso algunos no místicos- consideran tan elevado.

Como el jasid -el "devoto" de todas las épocas-, el cabalista sigue el ejemplo del salmista y respeta la fe del hombre simple e íntegro, pero no por ello menosprecia el consejo de Yehudá ha-Leví12 y Bajiá ibn Pakuda13: estudiar. Los estudios no conducen al saber, sino a la conciencia de la propia ignorancia. Lo que está a la vista llama a los ojos, lo que está oculto atrae al saber. Pero el saber que El Zóhar recomienda no es más que la introducción al no-saber. A través de la búsqueda intelectual, el cabalista llega al grado que la supera, al cual sigue el descubrimiento de los secretos: el grado de la simplicidad. Porque lo que es verdadero es simple.

La investigación racional no le permite alcanzar la verdad absoluta. La verdad adquiere un valor moral: se adquiere con arduo trabajo y por ello invita a la humildad. El valor moral no es perfecto, pero es perfectible. La simplicidad de la ciencia trae consigo la simplicidad del comportamiento. Y esta virtud -la virtud del ÷y_ (Aín), el "Absoluto"- es la misma del hombre que ha adquirido la ciencia, la "sabiduría", la hmkj (Jojmá).

La Cabalá -Jojmá ha-emet, "ciencia de la verdad"- tiende a conocer la verdad divina y se interroga acerca del origen del mundo, sobre su organización y su fin; acerca de las relaciones entre Dios, el mundo y el hombre; sobre el lugar que el hombre ocupa en el universo. No obstante -a diferencia del místico hindú, que alardea de llegar a la omnisciencia, no en virtud de un esfuerzo intelectual sino por abstracción de todo saber-, la plena posesión de la verdad le sigue siendo inalcanzable.

Para el cabalista, la omnisciencia es irrealizable, pero la ausencia de saber es imperdonable. El buscador despierto quiere conocer lo máximo posible. No limita su conocimiento a una ciencia fragmentaria y exterior a las cosas; no se conforma con alcanzar desde el exterior una serie de puntos de vista acerca de las cosas, sino que desea penetrar en su esencia; quiere llegar hasta su vida interior.

El cabalista no afirma, como Pascal, que nada hay tan conforme a la razón como la sinrazón, ni comparte la idea de que ser místico es pretender conocer a través de algo que no sea la inteligencia.14Sabe que la inteligencia sola no comprende nada de la vida, pero le parece excesivo sostener, como Valéry, que lo real le está prohibido al pensamiento. No se deja aprisionar por la razón, ni fascinar por la intuición. Se sirve de ambas como instrumentos complementarios de investigación.

La religiosidad del cabalista no se debe a la debilidad psíquica que origina el miedo a la acción, ni a estados neuróticos -teopáticos-, ni a la alucinación, al delirio, al éxtasis, con los que se pretende identificar el impulso religioso; corresponde a la intensa vida del espíritu que sabios eminentes tratan de explicar como la superación de un estado puramente afectivo, psicofisiológico. El cabalista es un ser normal, despierto, que posee la intuición de lo divino y que, para perfeccionarla, se supera por su propia acción.

Como la describen los maestros del movimiento jasídico Jabad, nacido en Rusia en el siglo XVIII, la religión del cabalista es la de la audacia prudente, la del riesgo calculado.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Trabajo con la Llama Violeta

PARTE I: Cómo Trabaja la Llama Violeta
El espectro electromagnético está compuesto de varias frecuencias o longitudes de onda que incluyen ondas de radio, radiación infrarroja, rayos ultravioletas, rayos X, rayos gama, rayos cósmicos, como se estudia en el teclado cósmico Rosacruz. La luz solar visible no es sino una pequeñísima porción de este espectro electromagnético. De esta luz visible la violeta es la de más alta frecuencia y de más corta longitud de onda y está al límite o punto de transición al otro espectro "invisible" de luz divina espiritual interna y como tal transciende a un fenómeno espiritual más bien que físico. En las enseñanzas Rosacruces la manifestación de esta luz violeta en el aura es considerada como resultado de un alto avance del estudiante del Sendero(1) Al igual que la luz física, esta luz divina es también descompuesta o refractada en siete rayos, cada uno con sus propias y específicas cualidades y servido por un Maestro Ascendido. Esta luz divina, descompuesta en siete rayos, es descrita por la investigadora esotérica Helena Petrovna Blavatsky.
La Llama Violeta cuando invocada es capaz de limpiar el cuerpo físico y el aura de toxinas y químicos, virus físicos, drogas y polución. Problemas emocionales y experiencias angustiosas de temprana edad o de pasadas vidas, cicatrices de pasados perjuicios, miedo y ansiedad, karma, odio y otras emociones negativas pueden transmutarse usando correctamente esta técnica. Esta llama trabaja incrementando la rata vibratoria a la cual los electrones se mueven en el átomo. Como se afirma en las enseñanzas Rosacruces todo es vibración o frecuencia y cada persona (o ser viviente) puede definirse como un número que representa su rata de vibración. Mediante el cambio de la rata de vibración de los cuerpos emocional o físico los otros cuerpos por acción simpática siguen esta misma acción. Y así las vibraciones del individuo como un todo son "elevadas" o transmutadas a un estado más elevado. Esta técnica guarda un cercana similitud con las visualizaciones Rosacruces para curar a otros o al planeta que se practican regularmente en logias y capítulos y como tal puede ser valorada como una variación de estas prácticas con un foco o forma diferente pero con el mismo objetivo final.
Los átomos tienen en su mayor parte espacios "vacíos" o "huecos" entre los electrones y el núcleo. Este espacio está lleno con la energía pulsante del Espíritu Santo que está siendo calificada y estampada con las impresiones de nuestros corazones y mentes así creando una densificación de esta energía. Las bajas emociones negativas y el bajo pensamiento crean una sustancia de mas baja rata vibratoria entre el núcleo y los electrones que aminora el movimiento libre de los electrones. Odio y otros pensamientos y sentimientos negativos en realidad crean ácidos (excesiva cantidad de gases de ácido fosfórico, ácido úrico y ácido carbónico) que el cuerpo no puede asimilar. Por consiguiente la densidad de la enfermedad persiste dentro de la órbita atómica. La humanidad ha estado haciendo esto por cientos de miles de años. Con la práctica de visualización con la Llama Violeta, por transmutación de energía, las vibraciones de este espacio hueco se incrementan de manera que los electrones se pueden mover más rápido. Este incremento de velocidad a nivel atómico está en proporción directa al incremento del intercambio de energía entre la Fuente y el individuo y de regreso a la Fuente, el "dar" y el "recibir".
Durante la meditación y visualización la llama del (de la) Todopoderoso (a) Madre/Padre Dios Presencia del YO SOY envuelve cada átomo individualmente. Instantáneamente se establece una polaridad entre el núcleo de fuego blanco del átomo —que, siendo materia, asume el polo negativo— y el núcleo del fuego blanco de la llama —que, siendo Espíritu, asume el polo positivo. La acción dual del fuego sagrado en el centro del átomo y en la llama violeta exterior establece un campo de fuerza que hace que las densidades no transmutadas desalojen el lugar entre los electrones. A medida que esta sustancia se suelta, los electrones empiezan a rotar más rápidamente en sus órbitas y por fuerza centrífuga la materia de escoria es lanzada a la llama violeta. En contacto con esta esencia ígnea, la energía descalificada es transmutada en su pureza nativa, su patrón original arquetípico.
La meditación con la Llama Violeta fue conocida por las escuelas Egipcias de misterio y por los Neoplatonistas predecesores de la Alquimia Medieval. De acuerdo con los Neoplatonistas, "la Piedra Filosofal era un fuego auto-transformante que dirigiría sus almas hacia arriba, mediante el acercamiento hacia el Espíritu de todas las cualidades que hunden y se oponen a la esencia espiritual" (2). Esta era la búsqueda de los Alquimistas del Espíritu, no solamente la transmutación de los metales básicos en oro, sino la elevación del alma a un estado prístino de comunión con la Divinidad, un estado de Unidad e inmortalidad, el oro de la Conciencia Crística.

Ahora tendremos una meditación curativa usando la Llama Violeta:

PARTE II: Una Visualización Curativa con la Llama Violeta
Preparación para Recibir, el "Tomar"


Siéntate relajado (a) sin cruzar piernas ni brazos con pies planos sobre el piso. Cierra los ojos y toma tres respiraciones profundas. Por favor, sé de mente abierta, honesto (a) y dispuesto (a) a recibir los beneficios de esta llama divina. Haz tu propia oración interna a Lo Más Alto para invitar y mostrar el poder de esta llama en tu vida para curarte y satisfacer tus propias necesidades o la de los tuyos. Haz también tu propia llamada al bienamado San Germán y los ángeles del séptimo rayo para asistencia. (pausa).
"Elementales de la tierra —gnomos—, aire —silfos—, fuego —salamandras—, y agua —ondinas—, yo os invoco para que vengáis y uséis esta energía para la curación del planeta!"

Sella tu aura con un tubo de tres metros (aprox. nueve pies) en diámetro por tres metros (aprox. nueve pies) de alto hecho de luz blanca azulada (pausa). Invoquemos la protección del Arcángel Miguel:

"Arcángel Miguel, Ayúdanos, ayúdanos, ayúdanos! [o ayúdame]"

Repítela suavemente tres veces].
Ahora, haz esta simple afirmación, o decreto nueve veces (en tus visualizaciones privadas puedes decir el decreto en voz alta y rítmicamente por más veces, digamos 36, 72 o aún 144 repeticiones, incrementándolas en velocidad y altura. Si esta noche sientes el impulso de decirlas en voz alta conmigo, tú puedes, sólo sigue tu Espíritu). A medida que se dice el mantra, céntralo en tu corazón con devoción y sentimiento. Repite mentalmente después de mí (tú puedes continuar repitiendo mentalmente el decreto a lo largo de la meditación):

"YO SOY un ser del fuego violeta, YO SOY la pureza que Dios desea"


[Dilo lenta y rítmicamente. Para esta presentación se repetirá solamente en alta voz nueve veces].
YO SOY es una afirmación del verdadero ser, tu Maestro Interno. Se refiere al nombre del Cósmico, YO SOY QUIEN YO SOY. YO SOY es una fórmula que revela tu autoridad interna para crear en amor.
Concéntrate en visualizar la llama violeta. Vete adentro de una hoguera de tres metros (aprox. nueve pies) de alto y dos metros (aprox. seis pies) de ancho. Ve este fuego de color violeta. Ve llamas pulsantes ondulando en interminables tonos de violeta con gradaciones de púrpura y rosa. Tu cuerpo ahora se ha vuelto transparente, las llamas en espiral suben por tu cuerpo desde los pies a la corona. Siente la vibración y vitalidad de la llama. Visualiza mientras concentras tu visión espiritual en tu tercer ojo entre las cejas.

Limpieza del Cuerpo Físico
Ve ahora que esta llama se ha transformado en una esfera, como una esfera rotativa en un espectáculo y que empieza a girar cada vez más rápido. Nota también que su color se ha transformado en un púrpura profundo de limpieza y protección. Empieza a penetrar cada célula de tu cuerpo. Ve pequeñas esferas de llama violeta sobre cada uno de tus órganos, removiendo negatividad mientras que acarician los átomos. Concéntrate ahora en la parte de tu cuerpo que te duele. Enfoca tu visión interna a nivel atómico. Tú estás parado (a) sobre un núcleo. Ve la inmensa expansión de un oscuro cielo estrellado escasamente iluminado por brillantes electrones lejanos pasando rápidamente en veloz movimiento elíptico. Contempla una Luz Violeta penetrando este espacio y trayendo nueva vitalidad y salud! Mira cómo esta materia oscura de energía negativa está siendo sistemáticamente transmutada en una luz dorada al contacto con la llama. Esta es tu propia energía en la que tú haz invertido hace mucho tiempo, regresando. Ve los electrones rotando más rápido, más vibrantemente, con fuerza más poderosa ... (pausa). Muévete ahora a una visión más macrocósmica. Imagina salud e integridad en tu cuerpo, rechaza cualquier enfermedad y dolor y elimina cualquier químico y polución de drogas ... (pausa). Ve cómo este órgano o sección de tu cuerpo está siendo restaurado y perfeccionado. Ve cómo otros órganos están más sanos y vibrantes ... (pausa). Repite mentalmente después de mí:

"Providencia Divina, hágase tu voluntad."


Limpieza Mental y Emocional
Con el poder de tu imaginación transforma el color de tu Llama Violeta en un rosado orquídea de compasión y perdón mientras que la esfera en donde tú estás aun se mantiene girando cada vez más rápido. La llama rosa suavemente estrecha todo tu ser. Si desearas no haber hecho algo, piensa en esto ahora, vívidamente recrea estos recuerdos ... (pausa). Entrega estos indeseables recuerdos a la llama rosa, deja que su asociado reproche, culpa y vergüenza caigan en la llama. Hazlo con el deseo más ferviente por compasión y perdón. Exprésale al Cósmico tu profundo deseo de nunca hacerlo de nuevo y, si éste es el caso, de que tú ya has aprendido su lección, de que en tu limitado entendimiento no ves razón alguna para mantener esta carga por más tiempo ... (pausa). Sufrimiento infantil, otras deudas de pasadas reencarnaciones, cualquier polución mental, dalas a la llama, hoy tú eres una persona diferente, tú no necesitas estas pruebas por más tiempo. Reza para obtener compasión, con la mayor sinceridad, al Dios de tu corazón:

"Divino Dios, Tú dijiste en Isaías 1:18: 'Si vuestros pecados fueran como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.' Así que, por favor, manifiesta ésta, tu voluntad, en mí."

Perdona a cualquiera que te ha hecho daño, sin ningunos sentimientos negativos de ira, odio o aun ligeras antipatías hacia ellos ... (pausa).
Haz ahora que tu Llama Violeta se torne en una llama índigo con matices de azul para purificación y transformación finales. Siente el amor de Dios en tu entero ser. Siéntete protegido, no más miedos ni fobias, no más la impresión de abandono y soledad. Suelta esa cólera e inquietudes. Aquí tú has encontrado todo tu ser en el lugar y momento oportunos ... (pausa).
Disuelve la esfera y observa un pilar de luz blanca y dorada de arriba entrando en el tubo de luz que formaste al comienzo y entrando a tu chakra de la corona. En ondas esta luz suavemente desciende por tu cabeza ... baja a tu garganta ... baja a tu pecho ... y adentro de tu estómago. Continúa descendiendo hasta llenar todas tus extremidades. Ahora se dispara hacia afuera a través del plexo solar y te envuelve en una burbuja de protección —al llegar a este punto algunos de vosotros podréis sentir la presencia de una paloma blanca pura, extendida, con pico hacia vuestras cabezas, a varios pies por encima. Se posa apacible, sublime, matemática, silenciosa, sabedora de todo (pausa).

Curación del Planeta y sus Habitantes, el "Dar"
Con la ayuda de los Elementales previamente invocados irradia la energía que tú has concentrado durante la visualización para curar la Tierra, tu segunda más preciada posesión en el plano físico después de tu propio cuerpo físico. Envía también esta energía a los seres queridos con tanta necesidad de ayuda física, mental o emocional ... (pausa). Da al planeta y sus habitantes algunas de las bendiciones que tú haz recibido esta noche ... (pausa). Di entonces mentalmente después de mí:
"En el nombre del Cristo dentro de mí, pido que esta Llama Violeta sea multiplicada y usada para asistir todas las almas en este planeta que están en necesidad. Yo te lo agradezco y lo acepto hecho en esta hora en pleno poder, de acuerdo con la voluntad de Dios.(4)." QUE ASÍ SEA.
Los miembros pueden ahora regresar al templo físico.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Meditación

La meditación es un alimento para el espiritu, con unos sencillos ejercicios podemos mejorar nuestra respiración y contribuir en buena manera a lograr mejores resultados en nuestro diario vivir, adjunto unos consejos utiles para arrancar con esta milenaria practica.



1- Calma. El estado mental de la mañana es ideal para meditar. Lo mismo sucede al atardecer. La temperatura ambiental y la energía a esas horas es ideal para sumergirse en el estado de serenidad y contemplación que requiere la meditación. La hora de la meditación debe ser seleccionada con cuidado, debes seleccionar una hora en la que tengas tiempo para hacerlo, recuerda la meditación requiere que estemos tranquilas.


2- Rutina. Es importante establecer una rutina de meditación. Para esto hay que seleccionar un lugar especial (un sofá, la cama o cualquier otro lugar) y una determinada hora. Se debe meditar siempre a la misma hora y en el mismo lugar. De esa manera estamos aprendiendo a que a esa hora vamos a entrar en un periodo de calma para nosotras mismas. Recuerda el habito hace al monje.

3- Concentración. Antes de comenzar un periodo de meditación es importante mentalmente decirle a nuestro cuerpo y nuestro ser: calma, olvida el pasado, olvida el presente, olvida el futuro. Esto hace que nos condicionemos para concentrarnos. No es fácil al principio pero con un poquito de practica se logra.

4- Posición. Si te sientas para meditar trata de sentarte con la cara al norte o al este. Esta es una practica yoga para beneficiarse de la energía en esas direcciones. Siéntate cómoda en una posición en la estés relajada.

5- Espacio. Si te es posible debes tener un cuarto especial para meditar. De esta manera puedes usar ese espacio para crear un ambiento bonito, lleno de calma y tranquilidad, poner flores frescas, incienso y mantenerlo fresco y ordenado. Este será tu refugio.

6- Respiración. La primera actividad a la hora de meditar es respirar profundo, debes estar conciente de tu respiración. La respiración puede ser rítmica: primero inhalas, luego sostienes el aire y finalmente exhalas, trata de mantener en mismo tiempo en cada actividad. Recuerda la respiración mantiene el flujo de prana (energía vital).

7- Despacio. No es fuerces la mente a pensar en algo rígidamente, respira y trata de concentrarte en la respiración deja que la mente se tranquilice poco a poco.

8- Enfoque. Selecciona un punto focal en el cual concentrarte, puede ser el punto medio entre tus cejas o el corazón. El punto focal debe siempre ser el mismo. Este punto tiene la función de hacer que tu mente se concentre sin esforzarte. Trata de enfocar tus pensamientos en ese punto, imaginariamente visualízalo.

9- Mantras. Si deseas puedes usar un mantra (la palabra que se repite constantemente) si tienes un mantra personal úsalo de lo contrario puedes usar cualquier mantra. Uno de los mantras más usados es OM.

10- Constancia. La practica perfecciona, si practicas estos pasos u otras técnicas de meditación veras como esto brinda tranquilidad a tu vida. No esperes resultados inmediatos, la meditación toma tiempo. Empieza con unos minutos e incrementa el tiempo paulatinamente.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Las siete leyes espirituales del éxito

La búsqueda de la felicidad sin duda alguna que es el santo grial de muchos desde hace mucho tiempo, pero como lograrla, como medir esa cantidad de bienestar que necesitamos para ser felices.

Cuantificar la felicidad parece una tarea prácticamente imposible por que depende mucho de la óptica con la que se mire, por ejemplo si le preguntamos a un materialista sobre como podría medir su felicidad claramente nos diría que mientras mas bienes materiales mas felices somos y si le preguntamos a un monje budista o una persona totalmente entregada a un crecimiento espiritual nos podría decir que la felicidad la podemos medir cuanto mas desarrollado en nuestro interior nos encontremos….Pues yo soy partidario que los extremos se tocan y la línea de la vida tiene que ir una hacia el cielo y otra hacia la tierra, debemos cosechar éxitos en este plano de la mano con el crecimiento espiritual.

Con lo agitado de nuestra vida diaria, con lo convulsionado de nuestro país, una economía que asfixia es claramente difícil mentalizar un cambio verdadero en armonía con lo que queremos, pero ese es el punto de vista de los que prefieren quedarse atascados en un remolino de problemas que muchas veces no dependen de nosotros, por supuesto la idea no es aislarse de la realidad pero utilizar la propia situación adversa al beneficio de nosotros y de nuestro crecimiento tanto material como espiritual.

En pocas palabras si nos alineamos internamente y afrontamos la vida mas integrados con nuestro ser lo demos vendrá por añadidura por que existen leyes naturales como la ley de afinidad, la ley de atracción que generaran por si solas lo que nosotros pidamos, cuantas obras no existen al respecto sobre esto; el secreto, el resecreto el código del secreto pare usted de contar pues el asunto no es tan secreto esta allí y es simplemente un cambio de conducta, por que para cambiar, la ciudad donde vivimos, el estado donde habitamos, el país donde estamos y el mundo en general tenemos que efectuar los cambios primero en nosotros mismos.

Existe un escritor por demás de famoso Deepak Chopra el cual respeto y acepto ciertas cosas de su literatura como buen libre pensador que soy, la obra en cuestión es Las Sietes Leyes Espirituales del Éxito, las cuales me permito resumir y recomiendo la lectura del libro para ahondar mas en este tema .

Tú eres lo que es el profundo deseo que te impulsa.
Tal como es tu deseo es tu voluntad.
Tal como es tu voluntad son tus actos.
Tal como son tus actos es tu destino
- Brihadaranyaka Upanishad IV.4.5.

LA LEY DE LA POTENCIALIDAD PURA
La fuente de toda creación es la conciencia pura... la potencialidad pura que busca expresarse para pasarde lo inmanifiesto a lo manifiesto.
Y cuando nos damos cuenta de que nuestro verdadero yo es la potencialidad pura, nos alineamos con el poder que lo expresa todo en el universo.

En el principio no había existencia ni inexistencia; todo este mundo era energía sin manifestarse...
El Ser único respiraba, sin respiración, por su propio poder. Nada más existía...
- Himno de la Creación, Rig Veda


LA LEY DEL DAR
El universo opera por medio de un intercambio dinámico... Dar y recibir son aspectos diferentes del flujo de la energía en el universo. Y si estamos dispuestos a dar aquello que buscamos, mantendremos la abundancia del universo circulando en nuestra vida.

Este frágil recipiente lo has vaciado una y otra vez para llenarlo eternamente de vida nueva. Esta pequeña flauta de caña la has llevado por valles y montañas, soplando a través de ella melodías siempre nuevas...
Tus dones infinitos vienen a mí solamente en mis pequeñas manos. Pasan los siglos, y tú continúas vertiendo, y todavía hay espacio para llenar.
- RABINDRANATH TAGORE, Gitanjali

LA LEY DEL "KARMA" O DE CAUSA Y EFECTO
Cada acción genera una fuerza de energía que regresa a nosotros de igual manera...Cosechamos lo que sembramos. Y cuando optamos por acciones que les producen alegría y éxito a los demás, el fruto de nuestro karma es también alegría y éxito.
El karma es la afirmación eterna del libre albedrío... Nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestros actos son los hilos de la red que tendemos a nuestro alrededor.
SWAMI VIVEKANANDA

LA LEY DEL MENOR ESFUERZO
La inteligencia de la naturaleza funciona con toda facilidad... con despreocupación, con armonía y con amor.
Y cuando aprovechamos las fuerzas de la armonía, la alegría y el amor, creamos éxito y buena fortuna con gran facilidad.
Un ser integral conoce sin viajar, ve sin mirar, y realiza sin hacer.
Lao-TSE

LA LEY DE LA INTENCIÓN Y EL DESEO
Inmanente en toda intención y en todo deseo está el mecanismo para su realización... la intención y el deseo en el campo de la potencialidad pura tienen un infinito poder organizador.
Y cuando introducimos una intención en el suelo fértil de la potencialidad pura, ponemos a trabajar para nosotros ese infinito poder organizador.
En el principio era el deseo, primera semilla de la mente; los sabios, habiendo meditado en su corazón, descubrieron por su sabiduría la conexión entre lo existente y lo inexistente.
- Himno de la Creación, Rig Veda

LA LEY DEL DESAPEGO
La sabiduría de la incertidumbre reside en el desapego... en la sabiduría de la incertidumbre reside la liberación del pasado, de lo conocido, que es la prisión del condicionamiento anterior.
Y en nuestro deseo de ir hacia lo desconocido, el campo de todas las posibilidades, nos entregamos a la mente creativa, que orquesta la danza del universo.
Como dos aves doradas posadas en el mismo árbol, el ego y el yo, íntimos amigos, viven en el mismo cuerpo. El primero come los frutos dulces y amargos del árbol de la vida., mientras que el segundo observa con indiferencia.
- Upanishad Mundana


LA LEY DEL "DHARMA" O PROPÓSITO EN LA VIDA
Todo el mundo tiene un propósito en la vida... un don único o talento especial para ofrecer a los demás. Y cuando combinamos ese talento único con el servicio a los demás, experimentamos el éxtasis y el júbilo de nuestro propio espíritu, que es la meta última de todas las metas.
Cuando trabajas, eres como una flauta a través de cuyo corazón el susurro de las horas se convierte en música...
¿Y qué es trabajar con amor? Es tejer una tela con hilos sacados de tu corazón, como si tu amado fuese a vestirse con esa tela...
- KHALIL GIBRAN, El profeta

domingo, 6 de septiembre de 2009

El Camino Espiritual

El Camino Espiritual

En estos tiempos tan difíciles, de duras pruebas, se acentúa, más aun el deseo de superar las barreras de lo material y lo espiritual.

El camino iniciatico en este planeta requiere de una obra titánica de mucho valor y esfuerzo por integrarse con el trabajo espiritual que verdaderamente se refleje en la conducta del que pretende llevar una senda enfocada en el desarrollo de las facultades internas mas allá de este plano material.

A través de los tiempos han existido infinidades de escuelas filosóficas, esotéricas e iniciaticas y hoy a través de un neo esoterismo han redimensionado las bases y preceptos de muchas de ellas y otras mas ortodoxas siguen manteniendo su perfil original desde sus inicios muchos años atrás.

Las nuevas escuelas en su mayoría son mas de lo mismo y no pretendo descalificar el trabajo ajeno ya que esa tarea no me compete, pero al pasar por algunas de estas en mi incesante camino de búsqueda me he sorprendido cuan fácil se desvirtúa el conocimiento y se coloca a favor de un grupo y lo mas peligroso como se utiliza esas luces para crear focos de fanatismo seudo religioso que mansilla lo que verdaderamente es una escuela de luz y terminan convirtiéndose en sectas que manipulan la sed de conocimiento y paz que requieren los espíritus que encarnan en este plano, causando mucho daño a quienes tocan sus puertas.

Las escuelas antiguas en su mayoría sumergidas en presectos ortodoxos y de un mar de conocimiento ancestral brindan mucha teoría y poca practica, terminando convertidas en clubes de lectura y debates mediocres sobre temas distantes de lo que originalmente es la esencia del estudio iniciatico.

Ante estas adversidades se enfrenta el iniciado, dura lucha que debe tener pues quien se perfile a emprender la marcha por el camino espiritual, en donde la mayoría que logra triunfar y reunir un modesto nivel de conocimiento y sobre todo practicar lo que aprende y logra dominar los vicios terrenos y eleva templos a las virtudes, lo hace como autodidacta cuando comprende una máxima del camino iniciatico que es “El trabajo espiritual es individual”.

Una vez que el iniciado toma por si mismo las herramientas y logra emprender la lucha interna contra quienes lo han dominado recibe mucha ayuda y siente la necesidad de seguir adelante con ese deber de crecer y adquirir mas grados en el camino espiritual.

Cuando este comprende que los meritos y los grados son internos podemos llamarlo maestro, no por una jerarquía material o espiritual, sino que con su mismo ejemplo se convierte en faro dador de luz y recibe a otros que muchas veces sin saberlo se convierten en sus discípulos con solo seguir su ejemplo.

La lección mas importante en el estudio iniciatico es primero que nada encarnar la humildad vivir con rectitud y practicar la verdadera religión que es el amor al prójimo y para con nosotros mismos.

El tiempo en cada existencia es efímero comparado con los años del universo, así que esta tarea debe empezar de una vez mas cuando el mundo como lo conocemos ha empezado a cambiar, y debemos convertirnos en misioneros de luz para lograr recorrer el camino por el cual decidimos encarnar en este planeta.

Luz y progreso, paz y amor.

Josher González

jueves, 27 de agosto de 2009

EL CRISMÓN Y EL CORAZÓN EN LAS ANTIGUAS MARCAS CORPORATIVAS.

ABD AL- WAHID YAHIA (RENÉ GUÉNON).

Publicado originalmente en "Regnabit", noviembre de 1925. Retomado en "Etudes Traditionnelles", enero-febrero de 1951. Recopilado posteriormente en Etudes sur la Franc-Maçonnerie, vol. II, París, 1964.

En un artículo, de un carácter por lo demás puramente documental, dedicado al estudio de "Blasones con motivos astrológicos y talismánicos" y publicado en la "Revue de l'Histoire des Réligions" (julio-octubre 1924), W. Deonna, de Ginebra, al comparar los signos que aparecen en estos blasones con otros símbolos más o menos similares, se refiere más ampliamente al "quatre de chiffre" que fue "común en los siglos XVI y XVII (1), como marca de familia y de casa para los particulares, quienes lo incluían en sus lápidas sobre sus blasones". Él señala que este signo "se presta a todo tipo de combinaciones, con la cruz, el globo, el corazón, asociado a monogramas de propietarios, se complica con barras asociadas", y reproduce unos cuantos ejemplos. Nosotros pensamos que dicho signo fue esencialmente una "marca de maestría", común a muchas corporaciones diferentes, con las cuales los particulares y las familias que se sirvieron de este signo estaban sin duda unidas por algunos vínculos frecuentemente hereditarios.

Deonna habla a continuación, bastante someramente, del origen y del significado de esta marca: "Jusselin, dice él, la deriva del monograma constantiniano, ya interpretado libremente y deformado en los documentos merovingios y carolingios (2), pero esta hipótesis aparece como totalmente arbitraria, y ninguna analogía la sostiene". No compartimos tal opinión, e incluso consideramos que tal asimilación debe ser por el contrario muy natural, pues, por nuestra parte, la habíamos hecho siempre sin tener conocimiento de los trabajos específicos que podían existir sobre el asunto, e incluso no habríamos creído que pudiera ser contestada, de evidente que nos parecía. Pero sigamos y veamos cuales son las otras explicaciones propuestas: "¿Será quizá el 4 de las cifras árabes, sustitutas de las cifras romanas en los manuscritos europeos anteriores al siglo XI?...,¿Hay que suponer que representa el valor místico de la cifra 4, que se remonta a la Antigüedad y que los modernos han conservado?". Deonna no rechaza esta interpretación pero prefiere otra: él supone "que se trata de un signo astrológico", el de Júpiter.

A decir verdad, esas diversas hipótesis no son necesariamente excluyentes unas de otras: puede muy bien haber habido, tanto en este caso como en muchos otros, superposición e incluso fusión de varios símbolos en uno sólo, de muchos símbolos, al cual aparecen vinculados, por ello mismo, múltiples significados; no hay nada ahí que deba sorprender, pues como antes dijimos esta multiplicidad de sentidos es como inherente al simbolismo, del que constituye asimismo una de sus mayores ventajas como medio de expresión. Ahora bien, es necesario, naturalmente, el llegar a reconocer el sentido primero y principal del símbolo; y en este caso persistimos en considerar que dicho sentido viene dado por la identificación con el Monograma de Cristo, mientras que los demás le están asociados secundariamente.

Es cierto que el signo astrológico de Júpiter, cuyas dos formas principales (fig. 1), presentan en su aspecto general un parecido con la cifra 4 (fig. 2); y también es cierto que su uso está relacionado con la idea de "maestría", sobre lo que volveremos más adelante. Sin embargo, para nosotros, este elemento, en el simbolismo de la marca en cuestión, podría solamente ubicarse en tercer lugar. Destaquemos por lo demás que el origen mismo del signo de Júpiter es muy incierto, pues unos quieren ver en él la representación del rayo, mientras otros es simplemente la inicial del nombre de Zeus.

Por otra parte, nos parece innegable que lo que Deonna denomina el "valor místico"del número 4 ha desempeñado también aquí un papel, e incluso un papel más importante, pues nosotros le asignaríamos el segundo lugar en este complejo simbolismo. Puede destacarse, a este respecto, que la cifra 4, en todas las marcas donde figura, tiene una forma que es exactamente la de una cruz cuyas dos extremidades están unidas por una línea oblicua; ahora bien, la cruz era en la Antigüedad, y especialmente entre los Pitagóricos, el símbolo del cuaternario (o más exactamente uno de los símbolos, pues había otro que era el cuadrado); y, además, la asociación de la cruz con el Crismón ha debido establecerse de la manera más natural.

Por consiguiente, esta observación nos lleva de nuevo al Crismón; y, primero, debemos decir que conviene hacer una distinción entre el Crismón constantiniano propiamente dicho, el signo del Lábaro, y lo que se llama el Crismón simple. Este (fig. 3), nos aparece como el símbolo fundamental del que otros muchos derivaron más o menos directamente. Se le considera formado por la unión de las letras I y X, es decir de las iniciales griegas de las dos palabras Iesous Christós y es éste uno de los sentidos que tuvo desde los primeros tiempos del Cristianismo; pero este símbolo, en sí mismo, es muy antiguo, y es uno de aquellos que están difundidos por doquier y en todas las épocas. Este es un ejemplo de la adaptación cristiana de los signos y de las narraciones simbólicas precristianas como ya hemos

Figuras 1 y 2

señalado respecto a la leyenda del Santo Grial; y tal adaptación debe considerarse, no sólo comolegítima sino en cierto modo como necesaria, para quienes como nosotros ven en esos símbolos unos vestigios de la tradición primordial. La leyenda del Grial es de origen celta; por una coincidencia digna de ser destacada, el símbolo del que hablamos se encuentra también entre los Celtas, entre los cuales constituye un elemento esencial de la "rodela" (fig. 4). Por lo demás, la rodela se perpetuó a través de toda la Edad Media, y no es inverosímil admitir que se pueda vincular con ella incluso el rosetón de las catedrales (3). Existe, en efecto, una conexión segura entre la figura de la rueda y los símbolos florales de significados múltiples, tales como la rosa y el loto, a los cuales hemos aludido en precedentes artículos; pero esto nos llevaría demasiado lejos lejos de nuestro tema. En cuanto al significado general de la rueda, en la que los modernos en general quieren ver un símbolo exclusivamente "solar", de acuerdo a la explicación de la que usan y abusan en toda circunstancia, diremos solamente, sin poder insistir todo lo que haría falta, que en realidad es por el contrario y antes que nada un símbolo del Mundo, como se puede determinar particularmente por el estudio de la iconografía hindú. Para ceñirnos a la "rodela" céltica (fig. 5) (4), señalaremos todavía que muy probablemente hay que atribuir igual origen y significado al emblema que figura en el ángulo superior de la bandera británica (fig. 6), que no difiere en suma más que por estar inscrito en un rectángulo en vez de en una circunferencia, y en el cual algunos ingleses quieren ver el signo de la supremacía marítima de su patria (5).

Figuras 3, 4, 5 y 6 respectivamente, comenzando por la izquierda

Formulemos ahora una observación sumamente importante respecto del simbolismo heráldico: la forma del Crismón simple es una especie de esquema general según el cual se dispusieron en el blasón las figuras más diversas. Obsérvese por ejemplo un águila o cualquier otra ave heráldica, y no será difícil descubrir la citada disposición (la cabeza, la cola, las extremidades de las alas y de las patas corresponden a las seis puntas de la fig. 3); obsérvese luego el emblema de la flor de lis, y nuevamente podrá comprobarse lo mismo. Poco importa por lo demás cual es el origen real del emblema de la flor de lis, que ha dado lugar a tan variadas hipótesis: que sea verdaderamente una flor, lo que nos llevaría de nuevo a los símbolos florales recordados anteriormente (el lirio natural tiene efectivamente seis pétalos), o que en cambio se haya tratado primitivamente de la punta de una lanza, o de un ave, o de una abeja, o del antiguo símbolo caldeo de la realeza (jeroglífico sâr), o incluso de de un sapo (6), o aún como es mucho más probable que resulte de la síntesis de varias de estas figuras siempre permanece estrictamente conforme con el esquema del que hablamos.

Una de las razones de esta particularidad hay que encontrarla en la importancia de las significaciones vinculadas con el número seis, ya que la figura que estamos considerando no es, en el fondo, sino uno de los símbolos geométricos que corresponden a dicho número. Si unimos sus extremidades de dos en dos (fig. 7), se obtiene otro símbolo senario muy conocido, el doble triángulo (fig. 8), conocido más comúnmente por el nombre de "sello de Salomón" (7). Es una figura usada muy frecuentemente entre los Judíos y entre los Árabes, pero es también un emblema cristiano; fue incluso, como nos ha señalado L. Charbonneau-Lassay, uno de los antiguos símbolos de Cristo, como lo fue también otra figura equivalente, la estrella de seis puntas (fig. 9), que no es en suma más que una variante, y como lo es también, por supuesto, el Crismón mismo, lo que es una razón más para establecer entre todos estos signos un estrecho vínculo. El hermetismo cristiano del Medioevo veía en los dos triángulos opuestos y entrelazados, donde uno es como reflejo o la imagen invertida del otro, una representación de la unión de las dos naturalezas, divina y humana, en la persona de Cristo; y el número seis incluye entre sus significados los de unión y de mediación, que convienen perfectamente al Verbo encarnado. Por otra parte, el mismo número seis, según la Kábala hebrea, es el número de la creación (la obra de los seis días), y, bajo este aspecto, atribuir del símbolo al Verbo no deja de tener justificación, pues es como una especie de traducción gráfica del "per quem omnia facta sunt" del Credo (8).

Figuras 7, 8 y 9 respectivamente, comenzando por la izquierda

Ahora bien lo que es especialmente interesante desde el punto de vista donde nos situamos en este estudio, es que el doble triángulo fue escogido en el siglo XVI, y posiblemente antes aún, como emblema y como contraseña de ciertas corporaciones. Igualmente, sobre todo en Alemania, se convirtió en la divisa habitual de las tabernas o cervecerías donde dichas corporaciones mantenían sus reuniones (9). Era en cierto modo una marca general común, en tanto que las figuras más o menos complejas en las que se encontraba el "cuatro de cifra" eran marcas personales, particulares de cada maestro; y ¿no es lógico suponer que entre estas últimas y la anterior, debió de haber cierto parentesco, el mismo parentesco existente entre el Crismón y el doble triángulo cuya realidad acabamos de demostrar?

Figuras 10, 11 y 12 respectivamente

El Crismón constantiniano (fig. 10), que se compone de dos letras griegas reunidas, la X y la P, las dos primeras de "Christos", parece a primera vista como derivado inmediatamente del Crismón simple, del que conserva exactamente la disposición fundamental, y del cual no se distingue más que por el agregado de un lazo, en la parte superior, que transforma la I en P. Ahora bien, si se considera al "cuatro de cifra" en sus formas más simples y corrientes, la similitud, podríamos inclusive decir la identidad, con el Crismón constantiniano es innegable; y es especialmente sorprendente cuando la cifra 4, o el signo que imita su forma y que al mismo tiempo puede ser una deformación de la P, está vuelta hacia la derecha (fig. 11), en lugar de estarlo hacia la izquierda (fig. 12), pues se encuentran ejemplos indistintamente de las dos orientaciones (10). Además aparece aquí un segundo elemento simbólico que no estaba en el Crismón constantiniano: nos referimos a un signo en forma de cruz que se introduce muy naturalmente por la transformación de la P en 4. Frecuentemente, este signo está como subrayado por el agregado de una línea suplementaria, sea horizontal (fig 13) sea vertical (fig. 14), que constituye como una especie de duplicación de la cruz (11).

Se observará que en la segunda de estas figuras, falta toda la parte inferior del Crismón y la substituye un monograma personal, así como diversos símbolos en otros casos. Tal vez de aquí surgieron ciertas dudas sobre la identidad del signo que se conserva constantemente el mismo bajo todos estos cambios: pero pensamos que las marcas que contienen el Crismón completo son las que representan la forma primitiva, en tanto que las otras son modificaciones posteriores las cuales tuvieron como consecuencia que la parte conservada fuera tomada por el todo, probablemente sin perder de vista jamás el sentido.

Figuras 13 y 14

Sin embargo nos parece que en ciertos casos el elemento de cruz del símbolo llegó a ocupar el primer plano; al menos así nos parece desprenderse de la asociación del "cuatro de cifra" con determinados signos, y este es el punto que nos queda por examinar.

Entre los signos en cuestión hay uno que figura en la marca de una tapicería del siglo XVI que se conserva en el museo de Chartres y cuya naturaleza no presenta duda alguna: se trata evidentemente, en una forma apenas modificada, del "globo del Mundo" (fig. 16), símbolo constituido por el signo hermético del reino mineral coronado por una cruz; aquí el "cuatro de cifra" pura y simplemente ha tomado el lugar de la cruz (12).

Tal "globo del Mundo" es esencialmente un signo de potencia, y al mismo tiempo signo del poder temporal y del poder espiritual, ya que si bien es verdad que es una de las insignias de la dignidad imperial, también se la encuentra constantemente en la mano de Cristo, y no sólo en aquellas representaciones que evocan más particularmente la Majestad divina, como las del Juicio final, sino incluso en las representaciones del Cristo niño. Así, cuando este signo substituye al Crismón, (y aquí hay que recordar el vínculo que originariamente une a dicho signo con la "rodela", otro símbolo del Mundo), puede decirse que en suma es inclusive un atributo de Cristo que ha substituido a otro; igualmente la idea de "maestría" está ligada directamente a este nuevo atributo, como en el caso del signo de Júpiter, en el cual nos puede hacer pensar especialmente la parte superior del símbolo, pero sin que por ello pierda su valor de cruz, respecto de lo cual no queda la menor duda cuando se comparan las dos figuras.

Figuras 15y 16

Llegamos así hasta un grupo de marcas que son el motivo directo de este estudio: la diferencia esencialmente estas marcas y aquellas de que hablábamos en último término es la substitución del globo por un corazón. Curiosamente ambos tipos de símbolos están estrechamente ligados entre sí, (figuras 17 y 18), pues en algunos el corazón está dividido por líneas que siguen exactamente la misma pauta que caracteriza al "globo del Mundo" (13), lo cual ¿no está indicando una como equivalencia, por lo menos bajo un cierto aspecto, y no sería ya suficiente como para sugerir que se trata del "Corazón del Mundo"? En otros ejemplos, las líneas rectas trazadas en el interior del corazón están substituidas por líneas curvas que parecen dibujar las aurículas del mismo y donde están inscritas las iniciales (figuras 19 y 20); pero dichas marcas parecen más recientes que las anteriores (14), de modo que con toda verosimilitud se trata de una modificación bastante tardía, y posiblemente destinada simplemente a dotar la figura con un aspecto más o menos geométrico y ornamental.

Finalmente hay variantes más complejas en las que el símbolo principal está acompañado de signos secundarios, los cuales manifiestamente no cambian en nada su significado e incluso en la que reproducimos (fig. 21), nos permite pensar que las estrellas no están sino para destacar más decididamente el carácter celeste que hay que reconocerle (15). Con esto queremos decir que en nuestra opinión, en todas esta figuras debe verse el Corazón de Cristo, y que no es posible ver otra cosa, puesto que tal corazón está coronado por una cruz, e incluso, en lo que respecta a todas las que tenemos a la vista, por una cruz duplicada con el agregado de una línea horizontal a la cifra 4.

Figuras 19, 20, 21, 22 y 23 respectivamente

Abramos ahora un paréntesis para señalar otra curiosa aproximación: esquematizando estas figuras se obtiene un símbolo hermético conocido (figura 22), que no es sino la posición invertida del símbolo del azufre alquímico (fig. 23). Reencontramos así el triángulo invertido cuya equivalencia con el corazón y la copa ya hemos indicado en nuestro precedente artículo. Aislado, este triángulo sólo es el signo alquímico del agua, mientras que el triángulo con el vértice hacia arriba, lo es del fuego. Ahora bien, entre los diversos significados constantes del agua , en las más antiguas tradiciones, hay uno que es más particularmente interesante destacar aquí: se trata del símbolo de la Gracia, y de la regeneración que provoca en el ser que la recibe. Recordemos el agua bautismal, las cuatro fuentes de agua viva del Paraíso terrenal, así como el agua vertida por el Corazón de Cristo, manantial inagotable de la Gracia. Finalmente y como refuerzo de la explicación, el símbolo invertido del azufre significa el descenso de las influencias espirituales en el "mundo de aquí abajo", vale decir, en el mundo terrestre y humano; en otras palabras, se trata del "rocío celeste" del cual ya hemos hablado (16). Estos son los símbolos herméticos antes aludidos, y se convendrá que su verdadero significado ¡está muy alejado de aquellas interpretaciones falsificadas que pretenden asignarle ciertas sectas contemporáneas!.

Figuras 24 y 25

Dicho esto, retornemos a nuestras marcas corporativas para formular en pocas palabras las conclusiones que nos parecen desprenderse de lo que venimos de exponer.

En primer lugar, creemos haber establecido de manera suficiente que el Crismón es el tipo fundamental del que derivan todas estas marcas, y de donde, en consecuencia, extraen su principal significado. En segundo lugar, cuando en ciertas marcas se ve al Corazón tomar el lugar del Crismón y de otros símbolos que, de manera inequívoca, se refieren directamente a Cristo, ¿no se tendría acaso el derecho de afirmar decididamente que dicho corazón es efectivamente el Corazón de Cristo? Agreguemos que, como ya fue señalado, el hecho de que el corazón esté coronado por una cruz, o por un signo seguramente equivalente, o también y mejor aún por uno y otro juntos, apoya lo dicho de la mejor manera posible, ya que en cualquier otra hipótesis no vemos cómo podría ofrecerse una explicación plausible.

Finalmente la idea de inscribir el propio nombre, con iniciales o en monograma, en el mismo Corazón de Cristo, ¿no es acaso muy propio de la piedad de nuestros ancestros? (17).

Con esta última reflexión, damos por terminado este estudio contentándonos por esta vez con haber aportado, con datos precisos sobre algunos puntos interesantes del simbolismo religioso en general, a la antigua iconografía del Sagrado Corazón una contribución que nos viene de una fuente un poco imprevista, y auspiciando solamente que entre nuestros lectores haya alguno que pueda completarlos con aportes documentales del mismo tipo, pues pensamos que puedan ciertamente existir en número considerable aquí y allá, y bastaría con recogerlos y reunirlos en un conjunto de testimonios verdaderamente impresionante (18).

NOTAS:

(1). El mismo signo ha sido muy usado en el siglo XV al menos en Francia, y especialmente en las marcas de impresores. Hemos recogido los siguientes ejemplos: Wolf (Georges), impresor-librero de París, 1489; Syber(Jean), impresor de Lyon, 1478; Remboldt (Bertholde), impresor de Paris, 1489.

(2). "Origine de monogramme des tapissiers" en el "Bulletin monumental" 1922, págs. 433-435.

(3). En un artículo precedente, Deonna reconocía por su cuenta propia la existencia de una relación entre la "rodela" y el Monograma de Cristo ("Quelques reflexions sur le Symbolisme, en particulier dans l’art préhistorique", en la "Revue de l’Histoire des Religions", enero-abril 1924); por tanto, nos sorprende más verle negar a continuación la relación, sin embargo más visible, entre el Crismón y el "cuatro de cifra". (N.d.T.: El significado es también evidente en la iconografía de los discos de la tradición de los mapuches, donde la rueda y su cruz simbolizan el mundo) .

(4). Hay dos tipos de "rodela", uno de seis radios (fig.4) y otro de ocho (fig.5), y cada uno de los números tiene naturalmente su razón de ser y su significado. El Crismón corresponde al primer tipo; en cuanto al segundo es interesante notar la similitud sorprendente que tiene con el loto hindú de ocho pétalos.

(5). La forma misma de la "rodela" se encuentra de nuevo más claramente aún cuando el mismo emblema está trazado sobre el escudo que lleva la figura alegórica de Albión.

(6). Por más extraño que resulte, esta opinión ha debido ser admitido muy antiguamente, porque en las tapicerías del siglo XV de la Catedral de Reims, el estandarte de Clodoveo tiene tres sapos. Es muy posible además que primitivamente este sapo fuera en realidad una rana, antiguo símbolo de resurrección.

(7). A veces esta figura se la llama también "escudo de David" o también "escudo de Miguel", esta última designación podría llevar a consideraciones muy interesantes.

(8). (N.del T. = "por quien fueron hechas todas las cosas"). En China seis trazos dispuestos de otra forma son también símbolo del Verbo; asimismo representan el término medio de la Gran Tríada, es decir el Mediador entre el Cielo y la Tierra, el que reúne en sí mismos las dos naturalezas, celeste y terrestre.

(9). A este propósito señalemos de paso un hecho curioso y muy poco conocido: la leyenda de Fausto, proveniente más o menos de la misma época, era parte constitutiva del ritual de iniciación de los impresores.

(10). La fig.12 reproducida por Deonna incluye la siguiente mención: "Marca de Zacarias Palthenio, impresor, Francfurt, 1599".

(11). Fig.13: "Marca de fecha 1540, Ginebra; atribuida a Jacques Bernard, primer pastor ‘reformado’ de Satigny". Fig.14: "Marca del impresor Carolus Marellus, Paris, 1631".

(12). Hemos visto igualmente el signo del "globo del Mundo" en numerosas marcas de comienzos del siglo XVI.

(13). Fig. 17: "Marca de tapicería del siglo XVI, Museo de Chartres". Fig.18: "Marca de Maestro Samuel de Tournes, en vaso de peltre de Pierre Rayaume, Ginebra, 1609".

(14). Fig. 19: "Marca de Jacques Eynard, mercader genovés, sobre un vitral del siglo XVII". Fig. 20: "Marca de Maestría, sobre un plato de estaño de Jacques Morel, Ginebra, 1719".

(15). Fig. 21: "Marca de Maestría sobre un plato de estaño de Pierre Royaume, Ginebra, 1-09".

(16). La figura 24, que es el mismo símbolo hermético, acompañado de iniciales, proviene de una losa funeraria de Ginebra (colecciones lapidarias, nº 573). La fig. 25, que es una modificación suya, es mencionada en estos términos por M. Deonna: "Clave de bóveda de una casa en Molard, ginebra, demolida en 1889, marca de Jean de Villard, con la fecha 1576 D.

(17). Es de destacar que la mayor parte de las marcas que hemos reproducido, estando tomadas de la documentación de Deonna, son de procedencia ginebrina y han debido de pertenecer ; pero no ha lugar quizás a sorprenderse demasiado, si se piensa además que el capellán de Cromwell, Thomas Goodwin, dedicó un libro a la devoción al Corazón de Jesús. Hay que felicitarse, pensamos, de ver a los protestantes mismos aportar así su testimonio a favor del culto del Sagrado Corazón.

(18). Sería particularmente interesante el investigar si el corazón se encuentra a veces en las marcas de maestros constructores y tallistas de piedra, surgidas en la catedral de San Pedro de Ginebra, entre las cuales se encuentran triángulos invertidos; algunas acompañadas por una cruz emplazada debajo o en el interior; no es por tanto improbable que el corazón haya también figurado entre los emblemas usados en esta corporación.

Eneagrama

  ¿Qué es el Eneagrama? Conócete a ti mismo, esa máxima siempre la hemos escuchado en nuestros trabajos y es indispensable para construir nu...