lunes, 27 de julio de 2015

EL RETORNO DE HENOCH

EL RETORNO DE HENOCH 

Fermin Vale Amesti (Albanashar-Al. Wáli)

Introducción

www.ferminvale-jpozarnik.org 


 “Todo reino dividido es desolado; y toda ciudad o 
casa dividida contra sí misma, no permanecerá”₁


La razón de ser de este libro es difundir la Luz Masónica y reunir lo disperso. Porque todo propósito masónico es constructivo. Aspiramos construir, no destruir; explicar y armonizar; no sólo señalar imperfecciones, sino pregonar las Verdades Tradicionales y alejar de desorientación y la desconfianza. No destruir ni siquiera el error porque nuestros Maestros Pasados nos enseñaron y nos demostraron que nada se destruya, todo se transforma. 

 Para ello, el Masón, como obrero de la inteligencia constructiva universal, recurra a la Regla, que es la imagen misma de la exactitud y también de la verdad. 

 Al oponer “la Verdad al error”, estamos actuando con Sabiduría, la primera Luz de nuestra orden, junto con la Fuerza y la Belleza. De ese modo estamos reconociendo que existe una sola realidad que es el Bien, y que lo que se llama el Mal, es producto de la ignorancia. Vencer la ignorancia por el conocimiento de la Verdad, es vencer el Mal.  

 “Ciertos Masones consideran y enfocan la Masonería”, precisa Aurifer, en un marco banal que demuestra la insuficiente preparación y documentación que poseen sobre los fines y medios verdaderos de la Orden. Para un Masón prisionero del error, toda discriminación se eclipsa y oscurece hasta llegar a perder el sentido de lo verídico y de lo auténtico. Un masón así, extraviado, no está más en capacidad de percibir aquello que le es realmente útil en el dominio Iniciático. Para él, los Símbolos devienen letra muerta, cuando no los invierte a sabiendas. Y una vez que dicho Masón ha llegado tan lejos en el descenso hacia las tinieblas espirituales, difícilmente se pude imaginar una vuelta a subir de nuevo por sus propios medios” 

 El autor se coloca en la línea de la Masonería Tradicional, cuyos fines son la espiritualización de los individuos y de la sociedad en lo inmediato, y en si significación más profunda, la Reintegración de ser en su estado Primordial. Respetamos otras formas de masonería “moderna” porque el espíritu masónico es amplio y abierto a toda actitud de tolerancia y de esfuerzo conciliatorio y fraternal. Con ello, queremos dejar bien entendido que no es nuestro propósito descender al plano de la polémica y controversia, cosa absolutamente estéril y fuera de lugar en el dominio de las ideas Masónicas, pero en cambio, pregonamos y defendemos la función espiritual de la Masonería; espiritualidad que está más allá de las sectas y de las religiones. 

 Nuestros puntos de vista son puramente Doctrinales, por lo cual, estamos muy lejos de cualquier intento de controversia, mucho menos con quienes han perdido por completo los puntos de vista y la actitud Doctrinal propios de todo espíritu Tradicional y cuyas tendencias son, por el contrario, la negación y la total desvinculación con esos principios esenciales. 

 Así pues, nuestra posición es exclusivamente la del dominio de los Principios y de la Tradición. Por ello, este libro, cuya contextura pudiera aparecer a primera vista como de contenido o urdimbre diverso está, en 2 verdad, unido por la fuerte trama de una sola verdad fundamental: el robusto “hilo” de la Tradición Iniciática Occidental. 

 Afirmamos que la Masonería Tradicional no es un simple grupo creado por decisión simplemente “humana”, razón por la cual, sus objetivos buscan algo más que los “fines definidos” e inmediatos que muchos desorientados y desorientadores tratan vanamente de imponerle. Afirmamos igualmente que la Masonería no es un Club, ni un partido político, ni un sindicato. Tampoco es una Religión, ni Ocultismo, ni Misticismo, ni Espiritismo; es pura y simplemente una Escuela Iniciática Regia o Real; es decir, lo que tiempos antiguos se conocía como una “Escuela de Misterios Menores”. 

 Nada de lo que aparece escrito en este libro es invento ni creación del autor. Todo lo que había de inventar y crear ya lo hicieron ab-initio (BRSHT, Apxn), los creadores-fundadores de la Masonería Primigenia. Por ello, nunca mejor que en el presente caso tienen más vigencia y justificación las palabras del Eclesiastés (1:9) “nada hay de nuevo bajo el sol”. Lo único que tiene importancia es la idea que ha de transmitirse y no quién la transmite. 

 Este libro es, simplemente una obre de compilación o recopilación. Es un intento de “recoger los restos del cuerpo de Osiris esparcidos por el suelo”. Y esos restos no son propiedad de ningún individuo en lo particular, son la Heredad de los Iniciados de todos los tiempos. 

 Sin embargo, para adelantarnos a los “opiniones alegres” y no pocas veces prejuiciadas de algunos “eruditos”, orientalistas, críticos, folkloristas y demás “autoridades” que casi sistemáticamente tratan de etiquetas, encasillar y definir a su manera las ideas y opiniones ajenas, deseamos aclarar que dicha compilación no es obra de sincretismo ni eclecticismo; no es una mezcla de elementos disímiles de tradiciones diversas, sino que por el contrario, se trata de un esfuerzo de síntesis de elementos Doctrinales similares y coherentes, que 3 provienen de un Conocimiento Tradicional común, que es la Vía Iniciática de Occidente, con un principio unificante de orden profundo. 

 El tema central de su contenido es como un “hilo de Ariadna” al Teseo de nuestros tiempos, a fin de que, guiándose por entre el laberinto de las innumerables formas bajo las cuales está escondida la Gran Tradición Única, pueda buscas la “Palabra Perdida” salir la Luz de las Tinieblas y restablecer el Orden (Ordo ab chao, lux e tenebris). 

 Es un sincero y ardorosa esfuerzo por intentar que lo disperso retorne a la unidad. Un retorno a la Fuentes Primigenias, con miras a la reorientación y restauración de la Tradición Iniciática de Occidente, conservando con ardiente celo y responsabilidad lo que de buena fuente hemos recibido y prometido mantener, cuidar y transmitir. Y, por otra parte, tratar de evitar y detener la “dispersión” causada por la usurpación que ha venido degenerando la prístina enseñanza, pues evidente que la decadencia que ha sufrido la Masonería moderna, ha preparado el camino franco a la perversión, cuyos “efectos altamente nocivos se advierten claramente en muchos Ritos y, en los cuales, la inversión total del espíritu de la genuina Tradición Masónica, los está convirtiendo, consciente o inconscientemente, por su degradación progresiva, en instrumentos de la contra iniciación. “El que no recoge, derrama”₂. 

 Para señalar como ejemplo solamente una de las diversas tendencias profanas y profanadoras que tienen, desafortunadamente, un predominio cuantitativo en la Masonería Ordinaria de nuestro tiempo, citaremos el tipo de individuo que presume de “científico”, “El cartesiano sin ton ni son”, con si irreductible “orgullo intelectual” (Oh, Hybris…), no tolera otras ideas que no sean las propias; no se deja instruir (masónicamente, desde luego), a menos de que se acepten sus propios dogmas y sus puntos de vista excluyentes y deformantes. Vive en un enceguecimiento voluntario que sólo demuestra un 4 temor a la Verdad. Negarse a conocer es ignorancia, ya que no es falta de conocimiento. Ese tipo de Masón es como un pez que pretende vivir fuera del agua…Es evidente que tiene la pretensión de ser Masón, ya que de otro modo no se explicaría por qué pidió la Iniciación Masónica. Pero una vez dentro de ella, prescinde arrogantemente de esta Tradición y se esfuerza por reemplazarla por lo que él cree, y por lo que más conviene a sus intereses personales. 

Ese tipo de Masón, cuando tiene que enfrentarse al Mutus Liber del Simbolismo y el Esoterismo Masónico, a los métodos Iniciáticos, experimenta un constreñimiento insoportable, el cual no logra aliviar sino con el rechazo, con un desdén o con la actitud de la zorra: “las uvas están verdes…”. Generalmente acostumbra a catalogar y etiquetar con adjetivos no siempre muy fraternales, la posición y la actitud de quienes sí entienden, observan y respetan la genuina Tradición Masónica. Como no puede ascender hasta la altura de los hermanos ejemplares, trata de rebajarlos hasta su propia estatura 

 “Un ojo enfermo no puede sostener su mirada en la luz”; un profano, es decir, un ser no calificado para recibir la iniciación, es repelido por la luz de la verdad… 

 Un intelecto sin espiritualidad es solamente una falsa y prestada luz. El ojo está hecho para la luz y la inteligencia está hecha para la verdad. Si ella la recibe y la expresa, cumple su función, y ese es todo. Pero si está en lo negro y en el error, es que se ciega a sí misma o se deja deslumbrar por falsas luces.

 “Tú buscas la verdad, dices. ¿Cómo? ¿Acumulando nociones, calculando, combinando, esgrimiendo argumentos complicados? Levanta la cabeza y abre el ojo a la evidencia de la Luz”₃. 

 Así como la habilidad de ver estaba innata en los seres vivientes antes de que el órgano que conocemos como el ojo hubiera sido desarrollado, analógicamente, la habilidad para comprender el infinito existe antes de que el 5 organismo que permite a esa habilidad funcionar, existiera. La Doctrina Cabalística nos dice: “Lo inmanifestado concentra dentro de sí mismo un punto o centro”. La Tradición nos enseña que mediante el Conocimiento Directo (Gnosis), el hombre pude encontrar el camino de regreso hacia su propio Centro Intimo. Para ello, es imprescindible estar movido por una receptividad espiritual de fuerza irresistible, una sed de absoluto y un Corazón ardiente. 

 Decía Kong-Tzeu: “no puedo hacer comprender a quien se esfuerza por no comprender. Si le he desvelado la esquina de una cuestión y no ha visto las otras tres, renuncio a enseñarle”. 

 A pesar de que en la inmensa mayoría de los seres humanos existe un comprensible deseo de claridad, que no es sino el resultado de la formación exclusivamente racionalista que le ha sido impuesta desde su infancia, además de lo que en muchos casos es también pereza intelectual, cuando se trata de esoterismo, y muy especialmente, cuando el asunto a tratar se relaciona con el proceso anímico, no es posible expresarse con frases y términos que no se conforman a la realidad de las cosas anímicas que son procesos vivenciales, y que, por lo tanto, jamás pueden ser comprendidos por la reducción simplista de la claridad, pues transmitir o comunicar a otros algo de la experiencia íntima es una tarea prácticamente imposible. Experientia docet (la experiencia enseña). Decía Myers: “ ¿Cómo puedo yo decir, y como puedes tú recibirlo? ¿Cómo, salvo que tú pases por lo que yo he pasado?”. 

 Allen Watts, en su libro Nature, man and woman, señala a este respecto: “nuestra dificultad no es que hayan desarrollado la atención consciente, sino que hemos perdido el más amplio estilo de percepción que debería ser su fondo; la percepción que nos permitiría saber lo que la naturaleza es desde dentro. Tal vez alguna insinuación de percepción sostiene nuestra perenne 6 nostalgia por la “vida natural”, y el mito de una Edad de Oro de la cual hemos caído”. 

 Cuando los seres humanos adquirieron los poderes de atención consciente y pensamiento racional, quedaron tan fascinados con estas herramientas, que olvidaron todo lo demás, como gallinas hipnotizadas con sus picos sobre la línea de tiza. Nuestra sensitividad total llegó a identificarse con estas funciones parciales, de manera que perdimos la habilidad de sentir la naturaleza dentro; aún más, a sentir la unidad inconsútil de nosotros mismos y el mundo. Nuestra filosofía de acción cae en las alternativas de voluntarismo y el determinismo, libertad y destina, porque no tenemos sentido de la integridad del interminable vínculo y de la identidad de sus acciones y las nuestras. 

 Un cabalista de nuestro tiempo dijo: “la diferencia entre los hombres se reduce a la presencia o a la ausencia de una experiencia espiritual”. 

 Buddha dijo: “no creas nada por la sola afirmación de los doctores y de los Sacerdotes. Pero aquello que hayas verificado personalmente y experimentado, y al fin reconocido por verdadero, guárdalo y hazlo tu Doctrina”. 

 El principal objetivo de este libro es un intento de reunir fragmentos de la Gran Sabiduría, esa Antigua Sabiduría que está regresando al mundo, como signo inequívoco del “Retorno de Henoch” anunciado por los Adeptos…El tiempo ha llegado cuando el mundo necesita de la Antigua Sabiduría como nunca antes… 

 Finalmente, aclaramos a quienes pudieran considerar que las repeticiones son muy notorias a lo largo del libro, que es parte del método Iniciático utilizas deliberadamente un gran número de repeticiones con el propósito de estimular la evocación mental de las imágenes contenidas en la idea, sugeridas por las palabras y energizadas por la reiteración. La Imaginación no es meramente una fantasía sino un órgano para la percepción de las cosas reales… 

 Al publicar este libro, nuestro más ferviente anhelo es que, por medio de sus páginas, pueda ofrecer un Camino a los sinceros buscadores de la Verdad Masónica, y que su contenido pueda ayudar a muchos masones a obtener más Luz por medio del maravilloso simbolismo Masónico, especialmente a los pocos de las generaciones jóvenes de hoy, que obedecen al íntimo llamado de la vocación Iniciática. 


Albanasbar Al-Waly 


₁ Mateo, 12, 25. ₂ Mateo, 12, 30. ₃ Lanza del Vasto

Tomado de la pagina: www.ferminvale-jpozarnik.org 

viernes, 20 de marzo de 2015

INICIACION Y CONTRA-INICIACION

Este artículo de René Guénon apareció en la revista Le Voile d'Isis, febrero 1933, y fué retomado en parte en el capítulo XXXVIII de El reino de la cantidad y los signos de los tiempos: "De la anti-tradición a la contra-tradición", así como en otras partes de su obra.


 INICIACION Y CONTRA-INICIACION
RENE GUENON

Hemos dicho, al terminar nuestro artículo precedente, que existe algo que puede llamarse la "contra-iniciación", es decir una cosa que se presenta como iniciación y que puede dar la ilusión de ello, pero que va al revés de la iniciación verdadera. Sin embargo, añadíamos, esta designación exige algunas reservas; en efecto, si se la tomara en sentido estricto, podría hacer creer en una especie de simetría, o por así decir equivalencia (aunque en sentido inverso), que, sin duda, forma parte de las pretensiones de los que se ligan a aquello de lo que se trata, pero que no existe y no puede existir en realidad. Es sobre este punto que conviene insistir especialmente, ya que muchos, dejándose engañar por las apariencias, se imaginan que hay en el mundo dos organizaciones opuestas que se disputan la supremacía, concepción errónea que corresponde a la que, en lenguaje teológico, pone a Satán al mismo nivel que Dios, y que, con razón o sin ella, se atribuye comúnmente a los maniqueos. Esta concepción, señalémoslo enseguida, viene a ser lo mismo que afirmar una dualidad radicalmente irreductible, o en otros términos, negar la Unidad suprema que está más allá de todas las oposiciones y antagonismos; que una negación así sea cosa de los mismos adherentes a la "contra-iniciación", es algo que no debe sorprender; pero eso muestra al mismo tiempo que la verdad metafísica, hasta en sus principios más elementales, les es totalmente extraña, y por ello su pretensión se destruye sola. 

Importa señalar, antes que nada, que, en sus orígenes mismos, la "contra-iniciación" no puede presentarse como algo independiente y autónomo: si se hubiese constituido espontáneamente, no sería nada más que una invención humana, y no se distinguiría así de la pura y simple "pseudo-iniciación". Para que sea más que eso, como en efecto lo es, es necesario que, en cierto modo, proceda de la fuente única con la que se conecta toda iniciación, y, más generalmente, todo lo que manifiesta en nuestro mundo un elemento "no-humano"; procede de ella por una degeneración que llega hasta esa "inversión" que constituye aquello a lo que puede llamarse propiamente "satanismo". Se ve pues que, de hecho, se trata de una iniciación desviada y desnaturalizada, y que, por eso mismo, ya no tiene derecho a ser calificada verdaderamente de iniciación, puesto que no conduce ya al fin esencial de ésta, e incluso aleja al ser de él en lugar de aproximarlo. No basta pues con hablar aquí de una iniciación truncada y reducida a su parte inferior, como puede ocurrir también en ciertos casos; la alteración es mucho más profunda; pero hay en ello, por otra parte, como dos estados diferentes en un mismo proceso de degeneración. El punto de partida es siempre una rebelión contra la autoridad legítima, y la pretensión de una independencia que no podría existir, como hemos tenido oportunidad de explicar en otro lugar;1 de ello resulta inmediatamente la pérdida de contacto efectivo con un centro espiritual verdadero, y así pues la imposibilidad de alcanzar los estados supraindividuales; y, en aquello que todavía subsiste, la desviación no puede más que ir agravándose seguidamente, pasando por grados diversos, para llegar, en los casos extremos, hasta esa "inversión" de la que acabamos de hablar. 

Una primera consecuencia de esto, es que la "contra-iniciación", cualesquiera puedan ser sus pretensiones, no es en verdad más que un callejón sin salida, ya que es incapaz de conducir al ser más allá del estado humano; y, en este estado mismo, por el hecho de la "inversión" que la caracteriza, las modalidades que desarrolla son las del orden más inferior. En el esoterismo islámico, se dice que quien se presenta ante cierta "puerta", sin haber llegado a ella por una vía normal y legítima, ve que esta puerta se cierra ante él y es obligado a volver atrás, sin embargo no como un simple profano, lo que en adelante es imposible, sino comosâher (brujo o hechicero); no podríamos expresar con mayor nitidez aquello de lo que se trata. 

Otra consecuencia en conexión con la anterior, es que, al haberse roto la ligazón con el centro, la "influencia espiritual" se ha perdido; y ya esto bastaría para que no pudiera hablarse realmente de iniciación, puesto que ésta, como hemos explicado anteriormente, está esencialmente constituida por la transmisión de esta influencia. Sin embargo, hay todavía algo que se transmite, sin lo cual nos hallaríamos de nuevo ante el caso de la "pseudo-iniciación", desprovista de toda eficacia; pero ya no se trata más que de una influencia de orden inferior, "psíquica" y no ya "espiritual", y que, abandonada de esa manera a ella misma, sin el control de un elemento trascendente, toma en cierto modo inevitablemente un carácter "diabólico".2 Es fácil de comprender por otra parte que esta influencia psíquica puede imitar a la influencia espiritual en sus manifestaciones exteriores, al punto de que aquéllos que se detienen en las apariencias llegan a equivocarse al respecto, pues la primera pertenece al mismo orden de realidad en el cual se producen estas manifestaciones (¿no se dice proverbialmente, en un sentido comparable a este, que "Satán es el mono de Dios"?); pero la imita, podría decirse, igual que los elementos de ese mismo orden evocados por el nigromante imitan al ser consciente al que han pertenecido.3 Este hecho, digámoslo de paso, es de aquellos que demuestran que unos fenómenos idénticos en ellos mismos pueden diferir completamente en cuanto a sus causas profundas; y ahí se halla una de las razones por las que conviene, desde el punto de vista iniciático, no conceder ninguna importancia a los fenómenos como tales, porque, cualesquiera que fueren, nada podrían probar en relación con la pura espiritualidad. 

Dicho esto, podemos precisar los límites dentro de los que la "contra-iniciación" es susceptible de oponerse a la verdadera iniciación: es evidente que estos límites son los del ser humano con sus múltiples modalidades; dicho de otra manera, la oposición no puede existir sino en el dominio de los "pequeños misterios", mientras que el de los "grandes misterios", que se refiere a los estados supra-humanos, está, por su misma naturaleza, más allá de tal oposición, luego enteramente cerrado a todo lo que no es la verdadera iniciación según la ortodoxia tradicional.4Por lo que se refiere a los "pequeños misterios" mismos, habrá, entre la iniciación y la "contra-iniciación", esta diferencia fundamental: en una, no serán más que una preparación para los "grandes misterios"; en la otra, se tomarán forzosamente como un fin en ellos mismos, al estar prohibido el acceso a los "grandes misterios". Va de suyo que podrán haber muchas otras diferencias de carácter más especial; pero no entraremos aquí en estas consideraciones, de importancia muy secundaria desde el punto de vista en el que nos situamos, y que exigirían un examen detallado de toda la variedad de formas que puede revestir la "contra-iniciación". 

Naturalmente, puede que se constituyan centros a los cuales estarán conectadas las organizaciones que dependen de la "contra-iniciación"; pero se tratará entonces de centros únicamente "psíquicos", y no de centros espirituales, aunque aquéllos puedan, en razón de lo que indicábamos más arriba en cuanto a la acción de las influencias correspondientes, tomar más o menos completamente sus apariencias exteriores. Por otra parte, no habría que sorprenderse de que esos centros mismos, y no solamente algunas de las organizaciones que les están subordinadas, puedan encontrarse, en muchos casos, en lucha unos con los otros, porque el dominio en el que se sitúan es aquél en el que todas las oposiciones se dan libre curso, cuando no son armonizadas y reconducidas a la unidad por la acción directa de un principio de orden superior. De ello resulta a menudo, por lo que concierne a las manifestaciones de esos centros o de lo que de ellos emana, una impresión de confusión e incoherencia que no es ilusoria; no se ponen de acuerdo más que negativamente, si puede decirse, para la lucha contra los verdaderos centros espirituales, en la medida en que éstos se mantengan en un nivel que permita que una lucha así se entable, es decir, según lo que acabamos de explicar, en lo que se refiere al dominio de los "pequeños misterios" exclusivamente. Todo lo que se refiere a los "grandes misterios" está exento de tal oposición; y, con mayor razón, el centro espiritual supremo, fuente y principio de toda iniciación, no podría ser alcanzado o afectado en grado alguno por ninguna lucha que fuere (y por eso se le llama "inasible" o "inaccesible a la violencia"); esto nos lleva a precisar todavía otro punto que es de una importancia muy particular. 
Los representantes de la "contra-iniciación" tienen la ilusión de oponerse a la autoridad espiritual suprema, a la cual nada puede oponerse en realidad, pues es bien evidente que entonces no sería suprema: la supremacía no admite ninguna dualidad, y una suposición así es contradictoria en sí misma; pero la ilusión de ellos viene de que no pueden conocer su verdadera naturaleza. Podemos ir más lejos: a pesar suyo y sin saberlo, están en realidad subordinados a esa autoridad, del mismo modo que, como decíamos precedentemente, todo está, así sea inconsciente e involuntariamente, sometido a la Voluntad divina, a la que nada podría sustraerse. Son pues utilizados, aunque no lo quieran, en la realización del plan divino en el mundo humano; juegan en él, como todos los demás seres, el papel que conviene a su propia naturaleza, pero, en lugar de ser conscientes de este papel como lo son los verdaderos iniciados, se engañan a sí mismos al respecto, y de una manera que es peor para ellos que la simple ignorancia de los profanos, puesto que, en lugar de dejarlos en cierto modo en el mismo punto, esta tiene como resultado el arrojarlos más lejos del centro principial. Pero, si se consideran las cosas, no ya con respecto a estos seres mismos, sino en relación al conjunto del mundo, debe decirse que, al igual que todos los demás, ellos son necesarios en el lugar que ocupan, en tanto que elementos de ese conjunto, y como instrumentos "providenciales", se diría en lenguaje teológico, de la marcha del mundo en su ciclo de manifestación; están pues, en última instancia, dominados por la autoridad que manifiesta la Voluntad divina al dar a este mundo su Ley, y que los hace servir a pesar de ellos para sus fines, debiendo concurrir necesariamente todos los desórdenes parciales al orden total.5  

Mesr, 11 ramadân 1351 H. [1933].

Notas
1Ver Autorité spirituelle et pouvoir temporel.
2Según la doctrina islámica, es por la nefs (el alma) que el Shaytân puede hacer presa en el hombre, mientras que la rûh (el espíritu), cuya esencia es pura luz, está más allá de sus ataques; es además por eso por lo que la "contra-iniciación" en ningún caso podría tocar el dominio metafísico, que le está prohibido por su carácter puramente espiritual.
3Ver a este respecto nuestra obra sobre L'Erreur spirite.
4Se nos ha reprochado no haber tenido en cuenta la distinción entre los "pequeños misterios" y los "grandes misterios" cuando hemos hablado de las condiciones de la iniciación; sucede que esta distinción no tenía que intervenir entonces, ya que considerábamos la iniciación en general, y que por otra parte no hay en ello sino diferentes estados o grados de una sola y misma iniciación.
5Para descartar todo equívoco sobre lo que hemos dicho anteriormente en lo que concierne al estado de las organizaciones iniciáticas y pseudo-iniciáticas en el Occidente actual, nos parece bien precisar que no hemos hecho con ello más que enunciar la constatación de unos hechos con los que nada tenemos que ver, sin ninguna otra intención o preocupación que la de decir la verdad al respecto, del modo más desinteresado posible. Cada cual es libre de sacar de ello las consecuencias que le convengan; en cuanto a nosotros, de ninguna manera estamos encargados de conseguir o quitar adherentes a ninguna organización cualquiera que esta fuere, no animamos a nadie a pedir la iniciación aquí o allá, ni a abstenerse de ello, e incluso estimamos que esto no podría atañernos de ninguna manera. 


 Traducción: J. M. R.
Fuente. http://simbolismoyalquimia.com/miscelanea/guenoncontrainiciacion.htm

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